"En la sede del PP uno se expresa como en casa". La afirmación proviene del ministro de Defensa, Federico Trillo, tras el escándalo de sus excesos verbales, que han provocado una nueva crisis diplomática con Marruecos. Trillo insiste en que el chaparrón ha amainado: el Estrecho es patrullado de forma conjunta y las reuniones bilaterales se mantienen. Pero la visita de Palacio a su homólogo Benaisa ha quedado suspendida "hasta nuevo aviso".
El señor Trillo debería de aprender que en casa no hay periodistas, pero en las sedes del PP suele haberlos en período electoral; que la sociedad de la información tiene la ventaja de la transparencia y la desventaja de someter a los políticos a un permanente "Gran Hermano". Y también debería de aprender algo de responsabilidad: los actos tienen consecuencias y hay que asumirlas. Pero las palabras de un ministro tienen más consecuencias y también deberían de ser asumidas.
Por lo demás, conquistar Perejil hace ocho años habría tenido un impacto cero sobre nuestros pescadores, porque, como recuerda Felipe González, entonces ya faenaban en aguas marroquíes. ¿Necesitaba el señor Trillo algún gesto de exaltación patriótica? El silencio, señor Trillo, es en muchas ocasiones la mejor forma de servir a nuestros compatriotas. Nuestro ministro de Defensa debería de acudir como alumno al curso de portavoces que la CEOE ha organizado para empresarios y directivos.