Sr. Director:
Hace unas semanas lo publicaba el diario La Razón "Stojan Adasevic, que durante 26 años fue el ginecólogo más prestigioso de la Belgrado comunista.
Los libros de medicina del régimen comunista decían que abortar era, simplemente, extirpar un trozo de tejido.
Los ultrasonidos que permitían ver al feto llegaron en los años 80, pero ni siquiera esto, hizo cambiar su opinión. En un solo día realizaba hasta 35 abortos, durante su vida como abortista superó la cifra de 48 mil abortos.
Hasta que una noche empezó a soñar con un hermoso campo llenos de niños y jóvenes que jugaban y reían, pero que huían aterrados de él. Los sueños se repetían cada noche y despertaba con fríos y sudores.
En los sueños veía a un hombre y le preguntó quién era. "Tomás de Aquino", le respondió el santo, pero el médico serbio jamás había oído hablar de este dominico. Santo Tomás insistía: ¿por qué no me preguntas quiénes son estos niños?
Adasevic comprendió, claro, que comprendió, quiénes podían ser esos niños. Todos los que él había matado antes de nacer. Estuvo dudando durante dos años, pero al fin se comprometió a no practicar más abortos, y en la actualidad colabora con los grupos pro-vida, y ha vuelto al cristianismo ortodoxo al que pertenecía desde su infancia.
No perdamos nunca la esperanza, porque todos estos Herodes de hoy, ¿creen ustedes que no tendrán más de un sueño y pesadillas y escalofríos y remordimientos?
Algún día no muy lejano irán despertando arrepentidos por los asesinatos de los millones de seres inocentes e indefensos, que torturaron cobardemente, en el seno de sus propias madres.
Rita Villena
ritavillena6@gmail.com