Veamos. Londres no quiere la tasa Tobin porque su principal empresa británica es la City financiera, es decir, la especulación. Y David Cameron (en la imagen) no está dispuesto a imponer gravamen alguno para que sus especulativos capitales se marchen a Wall Street o a Singapur, que empieza a despuntar -junto a Hong Kong-, como la tercera plaza financiera del mundo y amenaza con convertirse en la segunda. Y créanme, a los asiáticos la especulación les encanta desde que dejaron de sufrirla y comenzaron a disfrutarla a costa de todos los habitantes del planeta.
Ahora bien, la tasa Tobin impulsada por Merkel no va por el buen camino. Las cifras son del 0,1% para trasferencias y compras de acciones y del 0,01% para derivados. Bien por lo de derivados -especulación financiera pura- y mal por grabar las trasferencias y -nada especulativas- y la compraventa de acciones, especulativa pero menos.
A ver si nos entendemos: James Tobin proponía una tasa para el mercado de divisas, el más especulativo de todos. Puede extenderse su petición, pero algo está claro. Aún por ese camino erróneo, el plan de Merkel podría recaudar 35.000 millones de euros.Al parecer, la idea de Tobin no es despreciable. Ojo, falta la segunda parte de dicha oferta: dedicar ese dinero, no a cuadrar los déficits fiscales de Occidente, sino para ayudar a los más desfavorecidos del mundo, a los que sufren la especulación financiera de Occidente y del nuevo Oriente asiático financista, más financista que el país más financista de la UE: Reino Unido. Es extraño, en Europa no he oído nada de esta 'segunda parte'.
Eulogio López
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