En la estela de los viajes de Juan Pablo II y Benedicto XVI a Tierra Santa, el Papa Francisco ha recorrido durante estos días un trecho muy significativo del anhelado camino de la paz.En una peregrinación organizada con tanta delicadeza como intención, el Papa comenzó el itinerario en Jordania, ha visitado a los cristianos que sufren una delicadísima situación en Tierra Santa, se ha encontrado con los líderes políticos de Palestina e Israel y, sobre todo, ha celebrado la Eucaristía e invitado a rezar a otros hermanos en la fe.
Tal como el propio Papa le ha pedido a Simón Peres, Jerusalén debe ser verdaderamente la ciudad de la paz; que se eviten por parte de todos los actos violentos. Jerusalén significa precisamente eso: "ciudad de la paz". Es hora de que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad. Es eso lo que hay que salvaguardar de manera primordial.
JD Mez Madrid