Con el gracejo que le caracteriza, Lorenzo Milá, presentador de la segunda edición del Telediario de la TV pública, exhibió imágenes sobre la familia y el domicilio familiar de Carlos Alonso Palate. Con el dinero que ganaba en una empresa de plásticos de Torrent (Vlaencia) vivía él en España y toda su familia en Ecuador.
Pero dicho así, los inmigrantes ecuatorianos habrían quedado muy bien y el Gobierno español, a quien sirve Lorenzo Milá, muy mal, por eso, la televisión pública española se vio obligada a decir que los familiares de los dos asesinados por ETA seguramente solicitarían la indemnización que el Gobierno español concede a las víctimas del terrorismo, mientras sobreimpresionaba en la pantalla la cantidad: 240.000 euros, unos 40 millones de las antiguas pesetas. Los mensajes escritos, idea de los canales de noticias 24 horas, se han convertido en una forma eficaz de recalcar una idea en la audiencia, dado que los expertos consideran que la gente cada vez hace menos caso de lo que escucha y más de lo que lee o ve. En definitiva, que cuando quieres lavarle el cerebro al telespectador no basta con el mensaje que lanza el locutor: hay que apoyarlo con mensajes escrito superpuestos a la palabra. El mensaje tácito del telediario estaba claro hasta para los más tontos: las penas con pan son menos penas; con 40 kilos de las antiguas pesetas en una aldea ecuatoriana tienen la vida arreglada de por vida.
Además de añadir la injuria a la desgracia, en el mejor estilo progre-calvinista (ya saben, los impecunes son tan miserables que con que les des dinero se les pasa la morriña), a la pareja formada por el director de Informativos Fran Llorente y por el precitado Milá, se les olvidó decir que esa cantidad es un máximo, que, además, en principio, sólo se concede a las víctimas españolas y por los conductos correspondientes. Estas buenas gentes, como confesaba al padre del otro ecuatoriano, Diego Armando Estacio cuyo cadáver era localizado en la madrugad del viernes 5-, no tenía nada claro, según su propia confesión, ni lo que era ETA. O el Ejecutivo hace una excepción, o les va a resultar difícil cobrar ese dinero o parte del mismo.
Es igual: se trataba de que el Gobierno Zapatero no quedara tan mal. Sus servidores han sabido vender la noticia, y muchos televidentes, convenientemente engañados, habrán llegado al conclusión deseada: con 40 kilos, estos muertos de hambre tienen la vida arreglada, habrán perdido un hijo, pero
La pareja Llorente-Milá preparan un discurso sobre la manipulación en televisión. Los herederos de Joseph Goebbles se han apuntado.