Sr. Director:
Es una pena que los sacerdotes no hagan de guardianes de la Iglesia desde el confesionario.

Es verdad que tienen muchas más cosas que hacer, pero reconozco con pena que el haber arrumbado confesionarios a los trasteros ha sido una de las peores incurias de ignorancia del tardío postconcilio.

El confesionario es el sitio donde se da un toque personalizadísimo al feligrés. La doble rejilla con cortinilla evita suspicacias de maridos celosos. El rezo del Sto. Rosario antes de la misa mientras el sacerdote está en el confesionario evita, entre otras, conversaciones de recova.

Cada paso atrás son años o decenios de recuperación. Por otra parte los jóvenes sacerdotes, a veces, parecen tener mucho de ideólogos o ingenieros sociales como sus colegas laicos. Pero ¿merece el Pueblo de Dios algo mejor votando lo que vota?

Pp.H.V.

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