El Papa ha clamado contra la guerra en Siria de manera muy similar a como lo hizo en su día Juan Pablo II, ante la entonces inminente guerra de Irak, pero no podemos olvidar que todos estamos llamados a ser constructores de paz.
También cada uno de nosotros ha de preguntarse en conciencia qué puede hacer por la paz. Por eso, el Papa ha acompañado el elocuente grito con la convocatoria para toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre, de una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, en Oriente Medio, y en el mundo entero, a la que ha invitado a unirse, según el modo que consideren más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los pertenecientes a las demás religiones y a los hombres de buena voluntad.
Ahora con especial intensidad, la humanidad entera tiene necesidad de ver gestos como éstos y de escuchar palabras de esperanza y de paz.