Sr. Director:
Gritos, confusión, muerte, destrucción... eso es lo que pudimos observar absortos desde nuestras casas el pasado 11 de marzo, fecha que, desde aquel momento, ha quedado grabada a fuego en nuestro corazón.
Es inaudito que en pleno siglo XXI puedan darse sucesos como éste...sí, fue tremendo y todo el mundo se unió para alzar la voz en contra de esta barbarie pero, sin embargo, ¿quién se levanta para dar voz a aquellos que aún no la tienen? ¿Qué pasa con esos niños que, víctimas de un cruel terrorismo, como es el aborto, nunca podrán hacerse oír? Claro que gritan pero su grito, sus sollozos, su dolor... quedarán recluidos en un eterno silencio ya que sus propias madres quieren quitarles el don de la vida, la oportunidad de reír, llorar e incluso de luchar por lo que creen; la sociedad misma hace oídos sordos a sus plegarias y... ¿qué hacemos ante todo esto?, ¿permitir que se apruebe una ley más a favor del aborto?... No consigo comprenderlo pero ¿cómo entender a la gente que se empeña en jugar a ser Dios?
María Teresa Fernández de Alba
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