Sr. Director:
Ya en el siglo IV, los mártires de Abitinia, una pequeña población de la actual Túnez, fueron apresados en domingo, mientras celebraban la Eucaristía, desafiando la prohibición del emperador Diocleciano.
Dieron entonces una respuesta inolvidable al recordarle al Emperador que sin el domingo, los cristianos no podemos vivir.
El papa Francisco nos lo ha recordado con otras palabras cuando nos ha dicho si tal vez no sea el momento de preguntarnos si trabajar los domingos es una verdadera libertad. Durante su visita a Molise, en el sur de Italia, el Papa ha denunciado las causas del paro, en especial del paro juvenil, y también ha hablado con valentía de lo que habitualmente se presenta como una falsa solución. Abandonar la práctica cristiana del descanso dominical no es un cambio positivo.
La economía no lo es todo, ni debiera ser tampoco el centro de nuestras vidas. El sistema económico es injusto cuando expulsa del centro al ser humano, cuando lo explota y lo termina por abocar a la más absoluta indiferencia. Es una responsabilidad grave de todos, pero en particular de los cristianos. Quienes hemos recibido el alivio de Cristo, estamos llamados a convertirnos en alivio para nuestros hermanos, con una actitud humilde y sincera. Sabemos bien quién es Aquel sin el que no podemos vivir, y desde esa fuente permanente de esperanza, estamos urgidos a anunciarlo al mundo entero y a hacernos cargo del peso de los otros.
Juan García Rodríguez