Sr. Director:

Tengo 21 años y estoy aterrorizado. Aún no ha comenzado mi vida laboral (soy estudiante universitario) y ya tengo pánico a Hacienda. Voy a explicar las razones: por cada euro que genere en el trabajo en que sea contratado, recibiré desde un mínimo de cincuenta y cinco céntimos a un máximo de ochenta y cinco; de cada euro que realmente reciba y destine al consumo tendré que pagar siete céntimos si el Estado estima que es un bien de primera necesidad o dieciséis céntimos si es un bien de lujo; si decido comprarme una vivienda, la carga fiscal aumenta con impuestos sobre transacciones, impuesto de bienes inmuebles, etc.; si, además, adquiero un vehículo, he de pagar mucho más: impuesto de matriculación, de circulación, tasas de aparcamientos, impuestos sobre carburantes, etc.; y como alguna vez quiera darme un capricho y consumir bebidas alcohólicas o fumar, por cada euro que destine a estos gastos, tendré que destinar otro tanto en impuestos. Esto es sólo una parte de la historia, pues como se me ocurra crear una empresa, las cargas fiscales serán interesantes: de cada euro que genere, ganaré sesenta y cinco céntimos, pero por cada euro que pierda lo perderé entero; como se me ocurra contratar a alguien, el nivel de impuestos a pagar aumentará posiblemente en una progresión mayor que la productividad que genere este nuevo empleado.

Al final de mi vida laboral, Dios quiera que larga y productiva, habré pagado miles de euros en impuestos, es decir, miles de euros que con mi actividad produje y que jamás llegué a disfrutar; y esto ¿para qué? Para pagar una sanidad masificada y lenta; una educación para los hijos de los demás que, además, está en franca decadencia y que sólo crea manadas de borregos; un sistema de pensiones en quiebra que no garantiza que vaya a recibir en función de lo aportado; unas infraestructuras de calidad más que dudosa y de las que haré uso de una ínfima parte; asimismo, pagaré el sueldo de políticos y funcionarios en su mayoría innecesarios e improductivos.

La pregunta que me surge es la siguiente: ¿Voy a trabajar para garantizar una vida digna a mí y a mi familia, o voy a trabajar para que se robe el fruto de mi trabajo como si de un esclavo se tratase?

Néstor Sáez-Bravo

nestorsaezbravo@hotmail.com