El mercado de la muerte tiene más trampa que un teatro chico. Me lo advierte Rosa María González, secretaria de Adevida, una mujer con las virtudes que hacen tan encantadora a la feminidad: creativa, eficaz, servicial y discreta. Ésta sí que no lanza soflamas ni escribe artículos, pero salva vidas. Me advierte de un fallo en el que los periodistas, tan aficionados a leernos los titulares pero no los contenidos, apenas reparamos. Y es que, cuando se trata de la vida más indefensa e inocente, hasta las iniciativas más piadosas tienen trampa: la Moratoria internacional sobre el aborto es una iniciativa espléndida, relanzada gracias a la coherencia del anterior Gobierno polaco, dirigido hasta las recientes elecciones por Jaroslaw Kaczynski (¿Comprenden ahora el odio de la prensa progre a los gemelos Kaczynski en particular y a Polonia en general?), advirtió en el Parlamento Europeo que no apoyaría la moratoria internacional contra la pena de muerte si no se unía a la pena de muerte más terrible, dolosa y numerosa, del aborto.

Pues bien, al final la moratoria internacional sobre el aborto, una iniciativa estupenda también tiene su trampa, su fallo: los famosos 14 días.

Precioso asunto el de la moratoria internacional sobre el aborto. Pero tiene un fallo. Veamos, el artículo 13 -al menos si se numeran- dice: "la Comisión británica Warnock establece en 1984, que, a partir de décimo cuarto día de la concepción, el embrión es un ser humano con derecho a no ser manipulado experimentalmente. Los gobiernos deben preservar y proteger estos derechos naturales que abarcan también el derecho a un patrimonio genético que no esté no manipulado".

Los de la ‘catorcena' es una curiosidad progre. ¿Qué pasa el día 14 desde la fecundación? Por pasar no pasa nada, aunque se pueda fechar en ese momento la anidación del óvulo fecundado, es decir, del embrión -lo de pre-embrión es otra ‘grosen chorradem' de la progresía-, pero, como es natural, mi esencia no cambia nada por mucho que me mueva. De hecho, soy el mismo cuando me levanté esa mañana que ahora, en la redacción de Hispanidad, tras haber viajado en bus y metro.

La identidad genética individuada -sea individual o bifronte- del nuevo ser ya está en la concepción. Lo de los 14 días es una chorrada de los homicidas, es decir, de quienes utilizan embriones humanos como cobayas de laboratorio. Necesitan esos catorce días para poder congelar seres humanos y luego matarlos. ¿Para qué? Para nada, dado que no han curado ni una gripe matando embriones humanos, y sí con células madre adultas, que no matan a nadie y sí han regenerado tejidos.

La última pregunta es: a pesar del truco, ¿hay que apoyar la moratoria? Yo creo que sí, aunque con la aclaración necesaria. Es el mismo dilema de quienes piden que se aplique la ley del aborto, sabedores de que si realmente no fuera un fraude de ley, en lugar de 100.000 abortos legales, en España el número no llegaría ni a 500. Mejor que se asesinen a 500 que a 100.000, pero eso no quita que haya que seguir luchando por los 500.

Y no callar ni debajo del agua: el ser humano existe desde la concepción, no desde el décimo cuarto día. Recuerden que esta época abortista terminará, y la humanidad se asombrará del genocidio que cometió y se preguntará cómo fue posible que se permitiera.

Aún así, Adevida no se adhiere a la moratoria. Comprendo su postura.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com