Reducir el déficit, sí; pero cuando la recuperación sea real

 

El 4 de febrero estalló el incendio. Las dudas de la deuda griega se extendieron también a España. Como diría el consejero delegado del Sabadell, Jaime Guardiola, los mercados olieron sangre y se cebaron. Y para combatirlo, decía Guardiola, confianza. Por eso el road show de Campa y Salgado. La cosa se ha calmado. En parte por el discurso de Campa. Pero sobre todo tras el gesto de Alemania de que estaría dispuesta a ayudar a Grecia si fuera necesario. Eso sí, Grecia estará teledirigida por los hermanos para evitar nuevas sorpresas. Un protectorado de Alemania en términos reales.
El aval a Grecia ha tranquilizado a Grecia, pero también a España. Así que una vez que los mercados se han tranquilizado, Zapatero se permite regresar a su punto de origen: el azote de los mercados financieros. Casi una peineta, en plan Aznar.
Dice que no van a tomar medidas porque lo digan unos mercados desagradecidos a los que los estados han salido al rescate. Tiene parte de razón, pero se olvida que los mercados no son sino ahorradores particulares organizados que tratan de garantizar su pensión. Por otra parte, se permite afirmar que no hay prisa para recortar el déficit. Estabilidad presupuestaria, sí, ma non troppo. Dice en Londres que habrá recorte del déficit cuando se produzca la recuperación real, no cuando lo marquen los mercados. Y todo el mundo sabe que la recuperación real  -la del empleo- no se producirá ni este año ni el que viene. Así que echa por tierra toda la estrategia de consolidación fiscal que Campa se empeña en predicar a los mercados y que el propio Gobierno ha comunicado a Bruselas. Todo un irresponsable. Y así, hasta que regrese un susto similar al del 4 de febrero.