Se cree que por lo menos 83 personas fallecieron a consecuencia de las pruebas.
En Alemania fueron judíos, gitanos o católicos; en EE.UU., enfermos mentales, prostitutas o presos guatemaltecos. Una comisión estadounidense ha determinado que 5.000 guatemaltecos sufrieron experimentos médicos por parte de médicos norteamericanos durante los años 1946 y 1948. Los médicos, si se les puede llamar así, inocularon enfermedades venéreas como la sífilis o la gonorrea a 5.000 personas, muchas de ellas presos, enfermos mentales o prostitutas, y se ha confirmado que al menos 83 fallecieron directa o indirectamente por las pruebas.
Cuando el escándalo salió a la luz, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se limitó a pedir disculpas justificando que esos experimentos estaban destinados a probar la eficacia de la penicilina. Más o menos, lo mismo que podría haber dicho el Dr. Mengele en el campo de concentración de Auschwitz, ya que seguramente para él, los gitanos, rusos y todos los que murieron en su zoológico, lo hicieron por los experimentos que buscaban probar la eficacia de sus estudios.
Si el valor de la persona depende de su condición social, su raza o su tamaño, estamos abocados a que los experimentos sobre ellos se conviertan en lo más normal y llega un punto en que dejan de tener dignidad para el resto. Pero esos experimentos de los médicos estadounidenses, todavía continúan hoy en la mayoría de los países del mundo con la experimentación con embriones, por ejemplo, personas como nosotros, pero con la única diferencia del tamaño.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com