Las superproducciones épicas de Hollywood vuelven a estar de moda. Quizás por ese motivo Wolfang Petersen (En la línea de fuego, La tormenta perfecta) se ha atrevido con una de las obras clásicas de más calado: La Ilíada de Homero. El reto era arriesgado. La adaptación cinematográfica de Petersen cuenta entre sus aciertos con una espectacular puesta en escena, en la que están magníficamente orquestados todo tipo de enfrentamientos (batallas a campo abierto o duelos cuerpo a cuerpo), pero resulta fallida en el tono dramático. Y también puede atribuirse a Petersen la floja actuación de Brad Pitt, que decepciona en su encarnación del mítico guerrero Aquiles. El atractivo actor tan sólo está a la altura de su personaje en un diálogo que mantiene con Peter O,Toole (Príamo, el rey de Troya), en el que se escucha la frase más magistral de la película: "Seguiremos siendo enemigos pero aun los enemigos pueden demostrar que se tienen respeto".
En cuanto al contenido, la película sigue al clásico: la fidelidad al adalid, el honor, el poder, la gloria….y, por supuesto, la historia de amor adúltera (la que mantienen Paris y Helena) como detonante de todo el caos.
Antes de verla sabíamos que la adaptación de Troya a la gran pantalla iba a tomarse, necesariamente, algunas licencias cinematográficas. Pero no sólo ha sido eso. Se muestra una visión de la legendaria historia de Troya pasada por Hollywood que agradará a los aficionados a las películas espectaculares. Eso sí, deben abstenerse (para no sufrir demasiado) los amantes de los clásicos.