No es habitual que Hispanidad publique cartas anónimas o con nombre figurado. Sin embargo, dado el interés del mensaje que transmite, puede considerarse la siguiente excepción:

Sr. Director:

Yo he trabajado en alguna de las clínicas de abortos de este país y el ser cuidadosos al tirar los restos humanos a la basura era un tema posible en alguna de ellas.

Nuestro deber como clínicos era recoger los pedazos que salían de la madre por la vagina y reconstruir vagamente el cadáver humano del feto al que acabábamos de cortar en pedazos. El motivo de dicha maniobra no es otro, que no dejar trozos en el interior de la paciente, lo cual podría llevarla a infecciones posteriores. (alguna vez ocurría y la mayoría de las tratadas por esta técnica se tomaban unos días de antibiótico).

Una vez montado el feto y comprobado que no faltaban piezas, era cuando la técnica variaba en cuanto a unas u otras clínicas: en las más serias todo ese material se recogía para su reciclaje. En otras, el feto era recogido a parte y la tela del campo quirúrgico donde se reconstruía el feto iba a la basura normal. Es ahí donde enganchados a la tela es posible encontrar los restos citados por la plataforma La vida importa.

Tras años de profesión lo he dejado y estoy dedicado a otras labores profesionales alejadas de ese mundo que espero algún día poder olvidar. Aunque no resulta fácil, el mucho dinero no lo puede curar todo. Éramos gente sin escrúpulos. Por supuesto que mi nombre es figurado.

Pedro Andersen