Cambiamos a Bashar al Assad por Recep Tayyip Erdogan (en la imagen). Parece como salir del fuego para caer en las brasas, como cambiar a Hosni Mubarak por los Hermanos musulmanes.
En cualquier caso eso es lo que está haciendo la OTAN. Erdogan ha dicho aquello de "a bodas me convidan" y ya tiene el permiso del Parlamento turco para meter a sus tropas en Siria lo que, naturalmente, inclinará la balanza a favor de los rebeldes, naturalmente fundamentalistas islámicos. Occidente está armando a quienes pretenden destruirle.
Entiéndase: Assad no es ningún santo pero tiene una virtud respecto a la nebulosa Al Qaeda: respeta la libertad religiosa de los cristianos. Erdogan no.
Hay que terminar con las matanzas en Siria, pero imponiendo la paz, no el islamismo radical.
La imbecilidad occidental al respecto es de tal calibre que, días atrás, en el Canal 24 horas de Televisión Española, una locutora definía a Erdogan como un fundamentalista moderado… similar a lo que sería la democracia cristiana en Europa. Y se quedaron tan anchos.
Eulogio López
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