Ningún periodista de investigación ha sido capaz, nunca jamás, de anticipar una decisión de Luis Valls, hasta la mañana del martes 19 presidente del Banco Popular, el más rentable de España y probablemente del mundo.

Por sorpresa, como siempre, Valls abandona la Presidencia a sus 78 años. Desde hacía dos, apenas recibía a nadie, a pesar de haber sido el gran recibidor de todo aquel que le solicitaba una entrevista.

Nadie se enteró, tampoco, de que hace un año pasó por el quirófano para una delicada operación. Salió bien, y siguió jugando al tenis los domingos, pero afirmaba encontrarse más cansado que de costumbre.

Genio y figura, Valls mantiene a su hermano (4 años menos que él) en la Presidencia, y eleva a un joven de 42 años a la co-presidencia, y encima con carácter ejecutivo. Ahora mismo, el Popular contará con un presidente de 42, Ángel Ron,y un consejero delegado veinte años mayor que él (Francisco Fernández Dopico). Merecen resaltarse sus palabras en la retirada:

Tenemos un problema que se va agravando con el paso del tiempo : la gente está preocupada por la sucesión, y por lo que pasará en el Banco cuando yo me retire. La respuesta a esa pregunta abarca todo el espectro, desde los que piensan que la pacífica continuidad está asegurada hasta los que pronostican el caos, debido al vacío de poder y a la ambición de los que aspiran a ocuparlo.

Tengan o no razón, los que así opinan está claro que le haríamos un flaco servicio al Banco si, conociendo el problema, no le diéramos solución en tiempo oportuno.

Dado que una parte del problema soy yo, resolvamos ahora que está en nuestras manos todas las cuestiones que plantea la sucesión: Relevo en la co-presidencia por el actual consejero delegado, y sustitución de éste por el actual director general; que en la actualidad es el sistema corriente de cubrir las vacantes en las grandes empresas americanas y europeas.

El Popular tiene fama de banco transparente. Lo cierto es que era tan, tan transparente, que no había forma de entender lo que pasaba dentro. Su transparencia sólo puede entenderse con el estilo de este comunicado de despedida, que podría resumirse así: ¿Cómo esconder un elefante en la Quinta Avenida? Llenando la Quinta Avenida de elefantes.