Hasta aquí lo sabido. Lo que no se sabe es que el lunes, a primeras horas de la mañana, tras una llamada de los terroristas al proetarra Diario Gara, la policía desalojaba la Universidad de Alcalá y suspendía todos los exámenes de septiembre. Hasta las 14,00 horas no se permitió la entrada.
Las falsas alarmas, vehiculadas a través de Gara, rebelan la debilidad de ETA, al tiempo que el crédito que se les da rebela la debilidad de un Gobierno que tiembla ante la posibilidad de que los etarras consigan más asesinatos.
Frente a ello, está la batalla de la información: unos son partidarios de no informar sobre las amenazas de ETA, para que los terroristas no consigan su objetivo de amedrentar a la población. El asunto lleva debatiéndose en las facultades de Periodismo desde hace medio siglo. Ahora bien, aunque tuvieran razón los partidarios de no publicar este tipo de noticias, ¿cómo ocultarlas cuando el propio Ministerio del Interior se las cree y procede a desalojar a miles de personas a pesar de las muchas falsas alarmas que allí se acumulan? Al final, los terroristas, aunque no se publique la información, sí consiguen crear la alarma social que anhelan.