A través de la Fundación Vida nos llega esta fascinante noticia: Marcela de Jesús Galante Ferreira es un bebé de Brasil que acaba de cumplir diez meses de vida, nacida en Patrocinio Paulista, una población de 15.000 habitantes del estado de San Pablo (Brasil). Su peculiaridad reside en que no tiene cerebro y sin embargo pesa 11,2 kilos, algo más de la media de su edad.

A pesar de su anencefalia, los médicos aseguran que distingue a su madre, Cacilda, y llora cuando no se encuentra en sus brazos.

"Se trata de un caso extraordinario. De ordinario, los bebés con anencefalia suelen morir poco después de nacer, pero Marcela ya se ha convertido en la bebé anencéfala con más tiempo de vida en el mundo", ha afirmado hoy el director de la Oficina Internacional de Fundación Vida, José Antonio Retamar.

En su corta vida, Marcela ya es todo un símbolo de los defensores de la vida humana en Brasil, donde está autorizado el aborto cuando hay riesgo de muerte para la madre, gestación por violencia sexual o anencefalia, aunque en este último caso no están regulados los mecanismos para obtener el permiso. "Los abortos de fetos con anencefalia son tan inhumanos como cualquier otro. Lo normal es que el recién nacido muera pronto, y al nacer habremos respetado su dignidad. Así la madre recordará la felicidad de haberle dado la vida y todos los recuerdos de esa convivencia", añade Retamar.

La pediatra Murcia Beani ha explicado que, a pesar de carecer de cerebro, la bebé distingue a la madre y llora cuando no está en sus brazos, una labradora que ha recibido ayudas del gobierno municipal.

Marcela se alimenta por sonda, pero en algunas ocasiones se le retira para darle sopas y puré. Diversas organizaciones religiosas, tanto católicas como evangélicas y otras, se han movilizado en varias ciudades en protestas anti-aborto que tienen a Marcela como estandarte.

"La Justicia de Brasil ha evitado pronunciarse al respecto, pero diversos juristas consideran que basta un sólo caso como el de Marcela, para que se tenga que modificar la legislación", comenta el director de la Oficina Internacional de Fundación Vida.

En 2006, un tribunal ya autorizó en Brasil el aborto de una niña anencefálica. La juez del proceso, Elba Aparecida Nicolli Bastos, declaró que "no se puede exigir que la madre cargue con el niño anencefálico, cuando la vida es imposible". "La historia de Marcela pone en tela de juicio esta afirmación", opina José Antonio Retamar. Tal vez los legisladores tengan en cuenta las palabras de Cacilda: "Nadie tiene derecho a quitar una vida, principalmente de un bebé indefenso".

Fundación Vida

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