La realidad es demasiado tozuda para eludirla, sobre todo porque afecta ya a nuestro modo de vida, que está llamado a cambiar sustancialmente para dar entrada a virtudes humanas que habíamos arrinconado en la época dorada del bienestar.
Entre ellas la solidaridad, la austeridad, la honradez, el esfuerzo, el trabajo bien hecho, y por encima de todo, la caridad en la verdad, como nos señalaba el Papa en su última encíclica.
Esa caridad que obra, puede generar y construir más que muchos planes. Por eso tiene pleno sentido marcar la casilla de la Iglesia y la de otros fines sociales en el momento de hacer la declaración de la renta.
Es un modo de apoyar esa creatividad de la caridad que tanto necesitamos. Un ejemplo más lo ofrecía el obispo de Santander al proponer destinar un día de salario a esa ejemplar institución de la Iglesia que es Cáritas, cuyo esfuerzo solidario constituye un motivo de esperanza firme para miles de parados que se han quedado sin otra red de seguridad.
Lluis Esquena Romaguera