No eres cristiano por cumplir los mandamientos sino por intentar cumplirlos. Eso sí, si renuncias al compromiso entonces no hay nada que hacer.
La historia la tienen ustedes, cómo no, en Religión en Libertad. Austria, un homosexual que convive con su pareja se empeña en formar parte del Consejo Parroquial (institución tan útil como innecesaria, según depende). El muchacho se siente unido a las enseñanzas de la Iglesia peor, al parecer, más a su momio, y en cualquier caso, le importa un pepino lo que diga su párroco y, encima, resulta que el obispo le da la razón.
Pues lo siento muchísimo pero el Obispo no la tiene. Una cosa es acoger el homosexual y otra convertirle en maestro. Nuestro gay no sigue las enseñanzas de la Iglesia porque no existe la doctrina cristiana a la carta y porque su pecado es gravísimo, más grave que el ayuntamiento homosexual: no confía en poder vivir la castidad. Esto es, no confía en Cristo, la más grave de todas las herejías.
Eulogio López
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