Eso es lo que pretende el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO). Dos bancos, Santander y BBVA, los demás no importan y pueden caer en manos foráneas, no hay que defenderlos.

Bueno, y media docena de cajas de ahorros, convertidas en bancos, a ser posible, o al menos pilotados desde una superestructura que recibiría el espantoso nombre de holding o el aún más infernal denominación de banco cívico. Si es banco, ¿cómo va a ser cívico? Es muy probable que tal horrísona denominación resulte anticonstitucional.

Tan moderno objetivo, dos bancos y seis cajas, es apoyado por las cúpulas del PP y el PSOE, así como por patronal y sindicatos. En resumen, apoyado por el poder, siempre deseoso de contar con unos pocos muy grandes, no con muchos pequeños. Antiguamente, el poder tendía al monopolio, hoy al oligopolio, para proporcionar un espejismo de competencia de libertad de opción. En definitiva, el poder siempre está contra lo pequeño, o sea, contra el pluralismo. 

Por tanto, tenemos tres problemas. El primero, que entidades extranjeras a bancos españoles más rentables pero más pequeños; la segunda, que las cajas de ahorros abandonen su naturaleza jurídica y se conviertan en bancos. Pero el problema no es que un banco español se convierta en francés ni que una caja se convierta en banco: el problema más grave es que desaparecen las entidades pequeñas para convertirse en grandes.

La gran mentira de la economía moderna es que el tamaño es más eficiente. Como tamaño embuste resulta, por falso, indemostrable, el poder ha dado otro paso: no es que lo grande resulte más rentable es que lo grande es lo único que puede sobrevivir a la globalización. Argumento que, curiosamente, nunca cuestiona la  globalización, sino lo pequeño.

En el mundo de Internet una chorrada de tal fuste y calibre sólo resulta creíble si todo el poder se empeña en que la creamos. Internet es, por su naturaleza, el reinado de lo pequeño. Sólo ejerciendo violencia sobre la humanidad, ésta preferirá la fuerza centrípeta -un remolino voraz- a la espléndida fuerza centrífuga de la economía en red formada por miríadas de diminutos agentes económicos, pegados al terreno.

Lo pequeño es hermoso, no sólo porque lo diga Ernst Friedrich Schumacher, uno de los economistas más brillantes del siglo XX (católico converso, naturalmente), sino porque lo pequeño es lo único gobernable. Lo grande, por contra, es amorfo y la propiedad privada es como el estiércol: tanto mejor cuanto más extendido.

Una caja de ahorros pequeña no es que pueda ser más rentable que un gran banco: es que lo es. Y lo será siempre mientras no juegue a ser grande.

La lucha por el bien común, por la justicia social, no es la lucha entre lo público y lo privado sino la batalla, feroz, entre lo grande y lo pequeño. 

Eulogio López

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