Benedicto XVI (en la imagen) viaja a El Líbano, lugar ahora más violento por la guerra civil que se vive en la vecina Siria. Menudas narices tiene el Papa, porque en Fenicia, donde los cristianos resisten el empuje fundamentalista, sembrar "reconciliación" resulta algo complejo. Casi todos los habitantes pacíficos se han marchado a Occidente.

Sinceramente, el Papa corre un riesgo importante en un país como Líbano, él cree que debe ir y muchos cristianos también lo creemos. Pero no pasa nada por ser conscientes de que muchos radicales darían algo por matar al Papa de Roma.

¡Qué narices tiene este hombre! Es el valor de quien sólo emplea el arma de la palabra, del que ha renunciado a golpear pero no a callar.

Y todo ello en vísperas del decretado Año de la Fe, que comienza en octubre. Pertinente la cosa, que evoca aquello de "cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?

A lo mejor es que no entendemos qué es la fe cristiana. Los antiguos la traducían por confianza en Cristo y la mística del siglo XX, Faustina Kowalska, aseguraba que era la virtud más sencilla a la par que la más difícil de lograr, considerando la autosuficiencia del hombre.

Eulogio López

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