Los hermanos Coen han manifestado que con esta comedia dramática querían recuperar sus recuerdos infantiles en una comunidad judía de mitades de los años 60. Personalmente creo que, como el tópico de los chistes alemanes, el espectador, a la salida del cine, se queda con una sensación extraña: ¿Qué ha visto realmente?
Un tipo serio empieza con una leyenda que, se supone, quiere justificar el contenido de lo que viene a continuación: Recibe con simplicidad todo lo que pasaY lo que le ocurre al protagonista de esta historia, un profesor de universidad, es que su vida está repleta de situaciones tan dramáticas como rocambolescas: su mujer le pide el divorcio para casarse con un hombre mayor al que considera un tipo más serio, tiene que convivir con su hermano totalmente asocial, en su trabajo un alumno oriental le hace chantaje etc Mientras que nuestro individuo tan sólo pretende ser feliz y un buen judío.
Como ocurre con las comedias de Woody Allen, esta propuesta de los Coen provoca la simpatía del espectador ante el infeliz protagonista: un hombre gafado por las circunstancias y marcado por el destino. Aunque el objetivo final parece decantarse por lanzar una mirada llena de humor del judaísmo.
Personalmente, prefiero a los Coen cuando se enfrentan a proyectos más rayados pero más divertidos del estilo de su primer gran éxito: Fargo.
Una advertencia: No se rompan la cabeza buscando alguna relación argumental entre el cuento yiddish del comienzo con el resto de la trama, según han manifestado los propios Coen, sólo lo pusieron ahí para situar al espectador ante un contexto judío
Para: Los que quieran ver algo totalmente distinto (que no mejor) de lo que habitualmente ofrecen los hermanos Coen