Sr. Director:
Sacerdotes plenamente hombres y completamente de Dios, con el corazón animado por un sentimiento hacia todos, la compasión por el mundo y sus miserias, y animados por la obediencia a Dios, que no es una renuncia sino un acto libre de adhesión a Él.

 

Estos fueron los puntos cardinales sobre los que desarrolló el Papa su lectio divina con los sacerdotes romanos, partiendo de la visión del Mesías en el Antiguo Testamento y confrontándola con lo que realmente Cristo ha representado en la historia de la Salvación.

Si un sacerdote es un puente que comunica la humanidad con la divinidad, su alma debe nutrirse -subrayó el Pontífice- con la oración cotidiana y constante y con la Eucaristía.

Sólo Dios puede atraerme hacia sí, puede autorizarme, puede introducirme en la participación del misterio de Cristo. Sólo Dios puede entrar en mi vida y tomarme de la mano... Cada vez de nuevo debemos volver al sacramento, volver a este don en el cual Dios me da cuanto yo nunca podría dar... un sacerdote debe ser realmente un hombre de Dios. Debe conocer a Dios de cerca y lo conoce en comunión con Cristo. Debemos vivir esta comunión.

José Morales Martín