- Y el juguete puede ser cualquier cosa menos un espejo narcisista.
- La muñeca Mariquita fue un éxito porque era una fantasía, no una fotografía.
- El chaval imita para jugar, no reproduce para vivir… lo mismo que ve todos los días.
- El juego pertenece al mundo de las hadas, mucho más interesante que el aburrido mundo real.
- Y el juguete real resulta tenebroso, maléfico.
Los creadores de Mariquita han producido una muñeca 3D a la que se le puede añadir cualquier cara, incluida la de la niña propietaria. Pues muy mal. Es un avance tecnológico y un retroceso del sentido común. En primer lugar, imita pero se aliena: no cambian su personalidad por la de un objeto inanimado. Y lo que es más importante, tampoco el juguete gusta a los niños y niñas porque no son reales.