Hoy se ha reunido con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el del PNV, Íñigo Urkullu, en el Palacio de la Moncloa. Tan palaciego recinto ha servido para que Íñigo escenifique sus prisas por que el Gobierno adopte medidas en favor de ETA, tras el anuncio de esta de abandonar la violencia hace seis días.
En concreto, Urkullu le ha pedido a Zapatero que derogue la ley de partidos, que derogue la doctrina Parot y que realice una política penitenciaria flexible. Todo ello para lograr, siempre en palabras de Urkullu, "avanzar en el proceso final de la violencia y de normalización política", una "política de reconciliación", "conducir la transición", "integrar a todas las sensibilidades políticas", en vistas a lograr "un acuerdo", "seguimos abiertos al acuerdo para culminar lo que nunca se debió paralizar". Palabras todas ellas muy bonitas y democráticas así como políticamente correctas pero que ignoran que ETA no se ha disuelto, ni ha entregado las armas ni ha pedido perdón a las víctimas.
Sobre esto último, para más inri, el peneuvista también quiere el "reconocimiento a todas las víctimas, tanto las del terrorismo como las de la intencionalidad política": nótese el eufemismo, llama víctimas con "intencionalidad política" a las presuntamente torturadas por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, equiparando así la labor policial con los asesinatos de ETA. No obstante, para disimular, a la "izquierda abertzale" -no a ETA, aunque sean lo mismo- le ha pedido que "se comprometa también en este reconocimiento a las víctimas y asuman el daño causado".
Cabe preguntarse por qué tanta prisa e interés del peneuvista por estas peticiones en favor de ETA que ha realizado a Zapatero. Y la única interpretación que surge es el interés electoral. Porque Urkullu sabe que, con ETA-Amaiur-Bildu en las elecciones del 20-N y posteriores, el PNV, usease, su partido -y el de Sabino Arana- pueden quedar por detrás de ETA-Amaiur-Bildu. Y eso sería muy fuerte para un partido con más de cien años de historia (se fundó en 1895). Con esas peticiones, si las consigue, Urkullu busca -a corto plazo- apuntarse un tanto antes de las elecciones delante del mundo cercano a ETA o etarra, lo que le podría dar votos.
Pero se vislumbra también detrás de estas declaraciones su afán por liderar una futura Euskadi independiente de España. Recordemos que ayer mismo fijó el año 2015 como aquel en el que el País Vasco refrendará la "lege berria" -ley nueva-, un "acuerdo constituyente para la nueva Euskadi en paz y libertad".
No obstante, Urkullu opina que Zapatero "comparte el análisis del PNV" de que, una vez que ETA ha cesado la violencia, se abre "un nuevo tiempo", y que eso incluye que "hay que ir superando" las medidas que se adoptaron con "carácter de excepcionalidad". En eso el peneuvista tiene toda la razón: el nuevo tiempo que se abre es el que Zapatero quiso a través de una hoja de ruta -tal y como denuncia el popular Jaime Mayor Oreja-, es decir, ceder ante ETA aceptando sus condiciones, como ser protagonista político siendo todavía una banda criminal. Todo muy digno.
José Ángel Gutiérrez
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