Los siempre imprevisibles Hermanos Coen adaptan a la gran pantalla un clásico literario norteamericano: Valor de Ley, llevado a la pantalla grande, en 1969, por Henry Hathaway, y le dan su sello personal. Tanto es así que muchos aficionados al western opinarán que la película de los Coen tiene más calidad que la que le brindó al genial John Wayne conseguir el único oscar a mejor actor de su carrera.

La elección por parte de los Coen de la novela de Charles Portis para realizar su primera incursión en el género del western se debe a que les entusiasmó la decisión de colocar a una indomable adolescente en el centro de un relato repleto de brutalidad, ironía y crudeza.

Porque Valor de Ley narra la historia de Mattie Ross, una chica de 14 años quien, en 1878,  se desplaza a Fort Smith, en Arkansas, con el objetivo de vengar la muerte de su padre  buscando a su asesino:  Tom Chaney. Decidida a encontrarlo, Mattie contrata al alguacil más borracho pero con más agallas del lugar: Rooster Cogburn. Pero Chaney también es el objetivo de un parlanchín ranger de Texas: LaBoeuf, quien pretende llevarlo a su territorio  para cobrar una sustanciosa recompensa. Aunque al principio esto provoca un  choque de intereses entre los tres,  al final las circunstancias les obligarán a convertirse en inestimables compañeros.

Esta nueva adaptación al cine es mucho más fiel a la novela original de Portis que la película de Hathaway. En el argumento de Valor de ley encontramos  un tema recurrente en el western: la venganza, al mismo tiempo que incluye otros asuntos  atemporales del Oeste como  el  individualismo y la lealtad, todo ello desarrollado en un escenario agreste.  Una perfecta descripción de personajes y unos diálogos ingeniosos, donde no falta el humor seco,  acaban de  convencer a cualquier aficionado al buen cine.

Si nadie se asombrara de la  genial interpretación de Jeff Bridges (uno de los mejores actores de su generación), la que resulta una grata sorpresa es la joven principiante Hailee Steinfeld, quien dota a la figura de Mattie Ross, la  inocencia a la vez que la firmeza de carácter necesaria que sólo poseen los héroes de leyenda. No es extraño, por tanto, que  este personaje, que refleja muy bien el tesón y el espíritu norteamericano de la Conquista del Oeste, se haya comparado con los imaginados por Mark Twain. Ahí es nada

Para: Los amantes del western y, en general, para todos aquellos que les guste en cine de calidad