Sin embargo, con el siglo XXI hemos dado un vuelco. Ahora lo que importa no es la noticia, sino la nómina. Se vuelve al periodismo, no ya de partido, sino de empresa. Hace 10 años, lo profesional era publicar la noticia y luego criticarla. Ahora no, ahora no se castiga con el adjetivo, sino con el silencio: te callas la noticia y priva al lector de la información. ¿Es esto la muerte del periodismo? Si privas al lector de una información de interés, por supuesto que lo es. El único objetivo del periodismo ético es el receptor.
Decíamos ayer que, a través del intento del Partido Conservador británico de David Cameron de pedir el voto en España para Alternativa Española (AES), el partido que lidera Rafael López Diéguez podría colarse en Estrasburgo en los próximos comicios europeo de junio. Dicho de otra forma, sería la forma por la que se rompería el actual oligopolio político español introduciendo en el Europarlamento a una especie de Rosa Díez... sólo que defensora de los valores no negociables. Una vez que una formación política obtiene un eurodiputado y rompe el huevo del oligopolio puede suceder de todo.
¿Es tan importante que lo rompa AES? Sí, lo es, y puede conseguirlo con los votos de los británicos residentes en España, porque Alternativa es una de las escasas formaciones políticas que defienden los cuatro valores no negociables: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común. Al menos yo sólo se que las defiendan AES, CTC, SAIN y FyV. Y no olviden que el enfrentamiento ideológico del siglo XX no es entre izquierdas y derechas, sino entre relativismo y cristianismo, entre progresía y sensatez, especialmente alrededor del derecho a la vida, del aborto, verdadera frontera ideológica del mundo actual.
Pues bien, la reacción de la prensa española ante la novedad del apoyo tory a AES no ha sido la de dar la noticia y luego criticar a Cameron por aliarse en España con un partido de ultraderecha -no lo es, pero no voy a luchar contra el tópico: me pilla muy cansado-, que hubiese sido lo profesional, sino la de castigar con el silencio. El razonamiento ha sido doble:
1. En los medios peperos (El Mundo, el ABC, la COPE o La Razón): ocultemos una información cierta, porque eso quitaría votos al PP y beneficiaría al odiado ZP. A AES, ni agua. En definitiva, entre el 'peperío', el fin se ha trocado en medio y el medio en fin: el objetivo último, y primero, ya no es defender la vida sino defender a Mariano Rajoy, al que el aborto importa una higa.
2. En los medios progres se llega a la misma conclusión aunque por razones opuestas. El País, La Sexta o los medios públicos, como progres de izquierda que son, se sienten más próximos a los progres de derecha que el cristianismo, porque la frontera está entre quienes creen en algo y quienes no creen en nada.
Y así nos va. El que pide es el lector, el público, el ciudadano, pero eso, ¿a quién le importa?
Sí, el periodismo de partido, hoy periodismo de empresa, castiga con el silencio, y el periodismo propiamente dicho... ha muerto.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com