Venezuela es un país petrolero, cuya economía depende mayoritariamente de la renta de este producto y de la industria que en torno a la explotación petrolera existe, como lo son la petroquímica, la industria del gas, y la industria de servicios que brinda apoyo a estas tres importantes áreas.
Existen también otras áreas económicas de explotación, pero definitivamente lo nuestro es el petróleo, así ha sido desde hace años, y así lo será unos cuantos más. Esto no es del todo malo, un país no tiene por qué producir todo lo que consume, ni fabricar todo lo que necesita, ni desarrollar todas las áreas industriales conocidas por la ciencia y la ingeniería actual, de hecho, ningún país del mundo ha logrado esta hazaña.
En Venezuela, lo que mejor sabemos hacer es explotar el petróleo, y sacar de él, los más provechosos rendimientos, lo cual está muy bien, de hecho la industria petrolera y su desarrollo en nuestro país, ha influenciado notoriamente en el carácter social de sus habitantes y en su cultura.
En Venezuela, todo el mundo sabe lo que es el petróleo, sabe que aspecto tiene, y a que huele, y casi todos lo hemos visto alguna vez, esto no ocurre por ejemplo en otros países; por ello somos famosos en todo el mundo. En el exterior las palabras Venezuela y Petróleo, son prácticamente sinónimos. Pues bien, si eso es lo que mejor se nos da, es lo que más debemos aprovechar.
Cierto es, que los precios del petróleo no son siempre los más idóneos para nuestra economía, es decir, el petróleo no siempre está por las nubes, pero desde el punto de vista internacional el precio del petróleo se someterá al juego de la oferta y la demanda (quiéralo Chávez o no), es decir a un sistema de economía de mercado, algo que si bien no ha sido adoptado de manera oficial y por mutuo acuerdo por todos los países del mundo, funciona así, digamos, de manera espontánea, o quizás más bien por razones históricas. Por lo tanto los precios del petróleo serán muy bajos algunas veces, mientras que otras se mantendrá a un precio lógico o estándar, sucederá también en otras ocasiones que el precio se volverá tan alto, que existirá un excedente de ganancia, o como se le conoce en Venezuela un excedente petrolero ese excedente debe ser utilizado para compensar las bajas económicas durante la época en la que los precios vuelvan a bajar, bien invirtiéndolo, o bien ahorrándolo, o combinando ambas aplicaciones, de esta manera la economía del país, será siempre estable, no mejor ni peor, si no estable.
Para que la economía mejore, no se requiere que los precios del petróleo estén siempre muy altos, lo que se requiere es una mejor administración y un mejor plan de inversión de nuestros recursos. Paralelamente, debe comenzar por adoptarse una economía de mercado, donde el Estado tenga la menor intervención posible.
En un partido de fútbol, dos equipos se enfrentan con la finalidad de cometer un gol, un punto a favor le hará, eventualmente, ganar el partido. Consta de un campo y de once jugadores por equipo, sin embargo cada jugador tiene una posición asignada, el técnico de la selección sabrá sacar provecho de cada jugador en cada posición, y a su vez de todo el conjunto, sabrá identificar en cada cual, la posición desde donde aportar a la selección, un mejor rendimiento.
El equipo contrario hará lo mismo, para tratar de ganar el partido utilizará sus mejores recursos, empleara la mejor alineación, lo dará todo en el terreno de juego, todo por ganar ese partido, y ha de entrenarse durante mucho tiempo previo para ello.
Pero dentro de un campeonato, es posible que no siempre suceda esto, en otras ocasiones, suele ser más conveniente jugar el partido con la banca, y preservar a los mejores jugadores para un partido posterior donde ganar sea algo de mayor necesidad; o bien combinar banca con titulares. Algunas veces será más conveniente un empate o una derrota, a un triunfo, todo dependerá de las circunstancias que se presenten.
Existe también una figura muy importante dentro del partido: el árbitro, quien es un especie de juez que velará por que las reglas se cumplan cabalmente, cuenta además con árbitros de línea, que le sirven de auxilio, y a la vez vigilarán desde otro punto de vista, el partido.
Mientras menor sea la intervención del árbitro, más limpio el partido será, pero al mismo tiempo, mientras más justo sea el árbitro, también más limpio será el partido; es decir debe intervenir sólo y cuando el caso lo amerite, pero debe ser muy firme y justo cuando lo haga. Nadie quiere ver a los árbitros jugando, todos queremos ver a los jugadores, a nuestra Vinotinto, o a su equipo de fútbol preferido jugando el partido.
Pero, sin el árbitro, un partido de fútbol es sencillamente, inimaginable. Exactamente lo mismo ocurre en una economía de mercado, el Gobierno debe velar por que las reglas del juego económico se cumplan, mientras que la oferta y la demandan jugarán a muerte por vencer, algunas veces ganará la oferta y otras veces ganará la demanda, pero al fin y al cabo siempre habrá futbol para todos.
En Venezuela, la intervención del Gobierno en la economía ha llegado a un punto abominable los árbitros están jugando el partido. Lo primero que hay que ofrecerle al país es eso, una economía de mercado, donde el presidente se oferte como una figura de confianza que vele por que nuestros derechos como ciudadanos se respeten, garantice un clima de confianza dentro del cual la economía pueda crecer y prosperar limpiamente, de lo contrario la economía de mercado a implementar, no funcionará, y se convertirá en un anarquismo, donde todo el mundo hará lo que quiera y crea conveniente para sí mismo, o grupo que represente. Esta es la carta que debe jugar la oposición en Venezuela, esta es la opción que necesitamos y es prácticamente la única forma de hacerle frente a un sistema de economía socialista, hacia eso debe orientar la oposición todo su empeño, pero antes debe creer en ello y debe confiar en ello.
Si bien, como dijimos antes, la historia nos enseña como muchos países han adoptado el sistema socialista, resultando luego auténticos fracasos, también la historia nos puede enseñar como las economías de mercados, los libres mercados y el capitalismo, han convertido a muchos países en verdaderas potencias. Sociedades desarrolladas y completamente funcionales, organización, riqueza, éxito y prosperidad, estos han sido algunos de los resultados obtenidos por los países que han adoptado este modelo. ¿Es esto lo que queremos para Venezuela? Yo sí.
Yo quiero que en Venezuela, exista una red ferroviaria decente, un medio de transporte rápido y eficaz, quiero que los hospitales funcionen con rapidez y eficiencia, quiero variedad en la televisión, en la prensa y en la radio, quiero poder elegir lo que voy a comer, a dónde me voy a ir de vacaciones, la ropa que me voy a poner, quiero poder caminar por las calles de noche, quiero comprarme un carro, una casa, abrir mi propio negocio o hacerme socio de uno, quiero universidades modernas, con buenas instalaciones, sistemas modernos de enseñanza y competentes programas de investigación, quiero buenas escuelas, quiero muchas medallas olímpicas para nuestro país, quiero que ganemos la copa del mundo, quiero un premio Nobel, un Grammy, un Oscar todo eso lo quiero para Venezuela y para los venezolanos. Y todo esto es posible, aunque parezca un sueño.
Pero primero que nada, tenemos que dar un giro drástico de dirección, tenemos que reprogramar el viaje y plantearnos un nuevo horizonte, una nueva meta, así como Chávez habla de esa utopía social, en el que todos conviviremos en igualdad de condiciones y los pueblos serán salvados, yo quiero que la oposición hable de sus sueños para el país, donde todos nos enriqueceremos, donde todos ostentaremos una clase trabajadora de gran poder. En pocas palabras, yo quiero que los jugadores vuelvan al campo de juego, y que gane el mejor.
Gabriel Vargas Zapata