Me dice un amigo que me he pasado con lo de la "la puñetera curia". Tiene razón, seguro, aunque es fácil tener razón cuando se me acusa de haberme pasado. Lo hago con demasiada frecuencia.

Aclaro: no era una acusación a los prelados vaticanos, naturalmente. En el mismo artículo recordaba que los cristianos no somos críticos sino discípulos.

No, lo que me fastidia es que toda la progresía no deje de hablar de la necesaria reforma de la curia como si hablaran de la última reforma económica del ministro Montoro.

A un Gobierno se le exige eficiencia, a un obispo se le exige santidad, que es otra cosa. Un gobierno tiene una función de gestor, aunque sus medidas tengan repercusiones morales, pero un obispo no debe ni tan siquiera ser un buen gestor. Lo suyo es otra cosa. Por eso, reformar la Curia es favorecer que los curiales sean santos, no eficaces. Es hacer que se libere de los efectos del demonio en el alma. A saber: la desconfianza, el miedo y la tristeza.

Especialmente ahora, cuando la sensación de final de etapa es tan intensa, en este verano indolente del hemisferio norte, que hasta las lecturas del Día de la Asunción, una de las grandes fiestas hispanas, el amigo Pablo nos recuerda el calendario universal, con un espíritu de actualidad, periodístico, formidable. Pasen y vean. Corintios  15, 20-27: "Hermanos: Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primer fruto de quienes duermen el sueño de la muerte. Porque lo mismo que por un hombre vino la muerte, también por un hombre ha venido la resurrección de los muertos. Y como por su unión con Adán todos los hombres mueren, así también por su unión con Cristo, todos retornarán a la vida.

Pero cada uno según su rango: como primer fruto, Cristo; luego, el día de su gloriosa manifestación, los que pertenezcan a Cristo. Después tendrá lugar el final, cuando, destruido todo dominio, toda potestad y todo poder, Cristo entregue el reino a Dios Padre.
Pues es necesario que Cristo reine hasta que Dios ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en destruir será la muerte, porque él ha puesto todas las cosas bajo sus pies
".

¿Lo cogen Ese es el orden. No sé en qué etapa estamos, pero no me extrañaría que estuviéramos acercándonos a esa última etapa, donde la muerte figura como el último enemigo a derrotar. Que esto puede ser un verano a la espera pero no debe ser un verano desesperado.

El Papa Francisco sabe mejor que yo qué es reformar la Curia. Pero en este verano indolente, donde todos parecemos estar hartos pero incapaces de cansarnos y hasta de descansar, lo de la reforma de la Curia me parece un coña importante. Que no se trata de sustituir a Tarsicio Bertone (con ese nombre, el pobre está condenado a ser sospechoso de todo e inocente de nada) sino en tal caso de santificar al bueno de Tarsicio. Pero a lo cristiano, con confianza en Dios, no escribiendo informes confidenciales, y muy majaderos, sobre su persona o sobre los vicios de cualquier otro curial.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com