María Auxiliadora T. I. observen el detalle de ocultar las iniciales, tan propio del periodismo forense- ha sido condenada por el Juzgado de lo Penal número 2 (ahí es nada) de Lérida, a seis meses de cárcel por haberle arreado dos bofetadas a su hija de 16 años de edad. Antes de nada, que alguien le arree un par de tortas más de mi parte, porque una niña que denuncia a su madre por un par de tortas es acreedora de lo que podríamos llamar la santa bofetada, o incluso un par de ellas.
La verdad es que los hechos que originaron tan grave tortura no pueden pasar inadvertidos. Al parecer, la madre, sincera ella, ha declarado que le arreó dos guantazos después de que me sacara de mis casillas, porque la niña quería ver un programa de televisión. Y esto, convendrán conmigo en que es grave. Un atentado tan grave contra su dignidad forzó a la niña a abandonar el hogar e irse a casa de unas familiares (por favor, otro par de bofetadas para el pariente que acogió a la prófuga) y, ya de paso, denunciar a su madre ante el Defensor del Menor, encomiables instituciones que el Estado pone a disposición de la sociedad para salvaguardar los derechos de los niños, y sobre todo de los adolescentes, especialmente contra los abusos de padres y madres, verdaderos y crueles enemigos del pobre adolescente.
En justo castigo a su perversidad, su Señoría (otro par de bofetadas para su Señoría, por favor: incurriremos en desacato, pero no en insensatez) María Auxiliadora ha sido condenada a 6 meses de cárcel. Sí, lo han leído bien: 6 meses de cárcel por arrearle un par de tortas a su hija adolescente. Pero el Sistema es compasivo (¡Dios nos libre de los compasivos!) y ha decidido que como María Auxiliadora no tiene antecedentes, no ingresará en prisión: cumplirá arresto domiciliario, se abstendrá de ponerle la mano encima a la niña y si ésta es un poco lista (y lista lo es, la muy....) pondrá su ley en la casa y nunca jamás volverá a abandonar el hogar. Recuerden que María Auxiliadora ha sido condenada por la legislación sobre violencia doméstica, ya creada por el Partido Popular y ahora potenciada, implementada y reforzada por el Gobierno Zapatero con la nueva norma contra la violencia doméstica. Nada sexista la legislación, como ven, dado que la condenada es una mujer.
Otrosí. Tengo un amigo con un hijo de 18 años, que naturalmente no ha salido aún de la enseñanza obligatoria. El otro día regresa a casa con varios suspensos, pero con una explicación meridianamente clara: todo se debía a que, a su tierna edad, cometía unas faltas de ortografía dignas de un discente de 10 años. El muchacho hizo ver a su padre que es terriblemente injusto ser suspendido por algo tan formal como la ortografía, sin reparar en los contenidos, sin duda profundos y muy sentidos. Al padre, ser plebeyo y primitivo, no le sirvió la excusa y lanzó una filípica (con la boca, no con las manos), una filípica tan cruel que recibió esta admonición de su retoño : No valoras mi trabajo y lastimas mi autoestima.
Ante lo cual, el padre, acongojado, optó por el clásico : Fuese y no hubo nada. La sombra del Defensor del Menor pesaba demasiado en el hogar, y si la ley de violencia doméstica, de nuestra nunca bien loada vicepresidenta primera del Gobierno de España, Doña Teresa Fernández de la Vega, condenó a María Auxiliadora a seis meses de cárcel por un par de guantazos, ¿qué le podría suceder a mi amigo por utilizar la más repugnante violencia psíquica, o sea una bronca, que ni valora el trabajo personal y, lo que es mucho más grave, lesiona la autoestima del muchacho, ya mayor de edad sí, pero un tallo tierno, un brote que hay que cuidar con mimo y no herir con gritos.
Señores, todos debemos comprometernos con la erradicación de la violencia doméstica. Para estos casos, creo muy sinceramente que hay que replantearse la pena de muerte para casos de violencia doméstica, ora contra la mujer, ora contra los jóvenes. Es peligroso, lo sé. Pero es que algunos y algunas lesionan gravemente la autoestima en flor.
Eulogio López