No, no hablemos del Bono convertible. Prefiero centrarme en la respuesta que hoy ha dado el pepero Jorge Fernández al socialista Pepe Bono en La Razón. Fernández nos viene a decir que hay que hacer que se cumpla la ley en vigor, la de 1985, evitando el coladero del peligro para la salud psíquica de la madre. Y eso está muy requetebién, don Jorge: hay que evitar un coladero por el que se perpetran el 97% de los 112.000 niños martirizados en España cada año. Sólo que el objetivo es suprimir todo tipo de abortos, con coladero o sin él, porque todo aborto es un asesinato del ser más inocente y más indefenso, víctima primera del crimen. La segunda es la criminal, la mujer, que acaba lastrada, casi siempre de por vida. Señor Fernández, ¿se ha dado usted cuenta de que está defendiendo el aborto? Un pequeño aborto, si lo desea, pero aborto a fin de cuentas.
Que no, que, al igual que ocurrió con el comunismo, que parecía irresistible semanas antes de diluirse, el final de la era abortista llegará de pronto, con una prohibición total del crimen. Ni pocos ni muchos abortos, ni quirúrgicos ni químicos: defensa pública y privada de la vida del ser humano desde la concepción hasta la muerte.
Para esos momentos, eso sí, más nos vale tener preparado el relevo: el relevo no puede ser otro que el salario maternal, es decir, pagarle a la pareja -supongo que deberemos empezar con la madre- un salario por el hecho de alumbrar y criar al futuro contribuyente. El salario maternal sí que debe ser la cuarta pata del Estado del Bienestar, especialmente en una sociedad tan suicida como la occidental que, por su baja natalidad, está llamada a desaparecer. En cualquier caso, el salario maternal no sería una prestación social, sino una contraprestación, no sería limosna, sino justicia, dado que la mayor aportación que puede hacer hoy la mujer a la sociedad es tener hijos.
Mientras tanto, sobran la locura viscosa de personajes como José Bono y la incoherencia cobardona de gente como Jorge Fernández. Algo muy natural si se comprende que la vida política española sólo tiene dos problemas: El PSOE y el PP.
Eulogio López
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