Si el gobierno fuera consciente de la gravedad de la situación, hacía tiempo que Zapatero hubiera llamado a Rajoy a Moncloa. Con focos o sin ellos. Dicen desde Moncloa que se hablan por teléfono con cierta frecuencia, cada semana y que la relación personal es fluida. Pero no ha habido un encuentro institucional. Zapatero no encuentra tiempo En su apretada agenda dedicada a titiriteros y demás especies.
Si el Gobierno tuviera voluntad de afrontar la austeridad del gasto no habría anunciado un recorte de 5.000 millones de los que el 30% provienen del fondo de contingencias. Si de verdad quisiera recuperar la estabilidad presupuestaria, regresaría a la norma del PP que permite controlar el déficit de las autonomías, evitando transferencias y nuevas emisiones de deuda avaladas por el Estado. Y desde luego no habría aprobado ahora, precisamente ahora un nuevo modelo de financiación autonómica. Habría esperado a la recuperación, como le recomendaba Felipe González.
Si de verdad hubiera voluntad política, Blanco -portavoz y vicepresidente oficioso- no habría arremetido contra el PP tachándoles de codiciosos y egoístas. Si el Gobierno aspira en serio a un pacto de Estado, Salgado no hubiera llamado cinco minutos antes a Rajoy para convocarle a la reunión del próximo jueves. Y desde luego, Zapatero nunca habría dicho que existen diferencias ideológicas insalvables en la rueda de prensa del pasado 30 de diciembre.
No. No hay voluntad de pacto. Pero tampoco el PP ha estado ágil. Porque la mayoría de sus votantes desean ese pacto. Y además de poner de manifiesto las contradicciones del Gobierno, Rajoy debería haber asumido la iniciativa siendo él quien convocara al Gobierno a una negociación para sacar al país adelante. Ahora el PP irá como animal a matadero. No puede negarse a reunirse con Salgado aunque esta les haya ninguneado vilmente. Falta pesquis político.