La sociedad de la información funciona, paradójicamente, por consignas. Ayer, tras los bárbaros atentados de Madrid, varios periódicos lanzaban ediciones especiales. Todas ellas señalaban a ETA simplemente porque la saturación informativa en la era de Internet no significa que haya más información, sino que se repiten más las pocas informaciones con las que contamos. Copiar y pegar, según el título de un libro de reciente aparición. Así, todas esas ediciones hablaban de atentado mortal de ETA. Eso, a pesar de que el propio Centro Nacional de Inteligencia (CNI) había expresado sus dudas desde primeras horas de la mañana. Desde el CNI llegaron informaciones a Interior en el sentido de que ese no era el modo de operar de ETA. No obstante, Ángel Acebes insistió en que se trataba de ETA. Y bastaron esas palabras, producto de una sola fuente, para que las portadas de los diarios asumieran la autoría etarra.

Luego llegarían las reivindicaciones de grupos fundamentalistas islámicos y, entonces, la consigna cambió y dio un giro: mientras, el Gobierno reconocía que todas las pistas estaban abiertas. Ese es el mismo mensaje que lanzaba José María Aznar en la mañana del viernes: no se cree los desmentidos del líder batasuno Arnaldo Otegui, pero no puede confirmar quiénes son los autores de la masacre.   

Lean las cartas que vienen a continuación en nuestra sección Cartas al Director. En la tarde de ayer, todo fueron críticas a Hispanidad hasta las 20:00 horas (hora local española) y todo felicitaciones a partir de entonces, justo cuando el Ministerio del Interior comenzaba a reconocer lo que no podía ocultar: indicios de que el terrorismo islámico podía estar detrás de la operación. Se nos acusa de creer antes al batasuno Arnaldo Otegui que al Ministerio del Interior, Ángel Acebes. Miren ustedes, una cosa es que Otegui sea un canalla y otro que sea tonto, o que sus palabras no sean lógicas. La pregunta sigue en pie. Este tipo de atentados no corresponde a los practicados por ETA, sino a los practicados por Al-Qaeda. Tras la matanza de Hipercor, ETA hizo propósito de enmienda, probablemente porque los terroristas pueden no tener conciencia, pero sí tienen estómago. Y, sobre todo, porque pueden ser malos, pero no tontos. Saben que sólo los más recalcitrantes, y malvados, de los proetarras, apoyan ese tipo de crímenes colectivos. Los crímenes individuales no son menos crímenes, pero pueden disfrazarse en la batalla contra los servidores del Estado español, etc. Por los motivos que fueran, el hecho es que ETA decidió no volver a realizar atentados indiscriminados. Hasta ahora, lo ha cumplido. ¿Puede haber cambiado ETA y decidirse por la barbaridad un jueves 11 de marzo? Pues sí, pero no es lo más probable, sólo posible. Y esto (no debería ser necesario aclararlo) no significa defender a ETA, sino intentar explicar la realidad. Cuando publicamos esta crónica, ni tan siquiera el presidente Aznar ha sido capaz de insistir con rotundidad en el tesis etarra. El mensaje del Gobierno sigue siendo que todas las líneas de investigación están abiertas.

El propio Rodríguez Zapatero, secretario general del PSOE, tampoco quiso entrar en la cuestión de si había sido ETA o Al-Qaeda, aún siendo consciente del significado electoral que tendría un hecho u otro.

En esta situación, y sin dejar de considerar que las víctimas son lo más importantes, resulta inútil ignorar la cuestión. ¿Cómo no va a preocuparle a un Gobierno, o a los heridos y a las familias, quién les ha golpeado de manera tan cruenta?

Especialmente, porque si se confirma la tesis de que el terrorismo islámico es el causante, la política del próximo Gobierno tendrá que cambiar de forma radical. La política policial y también la política exterior. Durante su comparencia en los medios informativos en la mañana del viernes, un periodista se dirigió a Aznar para decirle si tenía algún comentario que hacer sobre su política exterior, es decir, sobre Iraq, en el caso de que se confirmara que el responsable del asesinato colectivo había sido Al-Qaeda. Con una altanería más bien impropia del momento, Aznar se negó a responder a la pregunta. Una postura absurda porque tendrá que hacerlo, antes o después, como presidente en funciones.  

Por el momento, el domingo votaremos con la duda de quiénes fueron los canallas que cometieron la masacre.