- La alianza entre el indigenismo hispano de Hugo Chávez, el fundamentalismo iraní y el postcomunismo de Putin obliga al mundo a revivir la tragedia hitleriana.
- Carta abierta de don Gilbert Chesterton a don Alberto Ruiz Gallardón.
- Los seguidores de Baltasar Garzón: donde yo no quiero estar.
Israel ya no aguanta más. Los atentados de la pasada semana en India, Georgia y Tailandia contra los judíos nos retrotrae a la tragedia nazi. El postcomunismo ruso, el indigenismo revolucionario de Hugo Chávez y el fundamentalismo iraní se alían contra Israel, es decir, contra Occidente.
El fanatismo no es sentirse en posesión de la verdad, eso es mero sentido común. Si piensas algo es porque lo crees y si lo crees es porque lo piensas. Fanatismo es generalizar un defecto, o un error, del otro y concluir que todo lo que piensa y hace es una canallada o una estupidez, o ambas cosas a la vez. Fanatismo es, en resumen, negarle al otro su rectitud de intención. Así que lo contrario del fanatismo es la ecuanimidad. Trataré de ser ecuánime.
Esta es la historia del ministro de exteriores israelí, Avigdor Lieberman. Me gustan los judíos pero no me gustan los sionistas, es decir, aquellos que convirtieron la religión judía en un Estado político –reconozco que no tenían otra salida- y la revelación mosaica en un nacionalismo. Pero eso no importa: la ecuanimidad y la templanza exigen reconocer que el sionista Liberman ha dado en el clavo. Trascribo la nota de la Agencia Judía de Noticias, tras los atentados, pilotados desde Irán, contra embajadas e intereses judíos en esos tres paises: "El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Avigdor Lieberman instó hoy, miércoles, al mundo occidental a responder con decisión la conducta de Irán 'porque tal como hemos visto en el pasado, los judíos son el primer blanco conveniente para las dictaduras locos, pero no el último'. Los recientes ataques prueban que Irán 'es el factor más perjudicial para la paz mundial', agregó".
Y tiene razón, Cada vez que consentimos en que se persiga al pueblo elegido, a cuya raza perteneció el Dios encarnado, estamos dejando que se persiga la civilización cristiana en su conjunto. Quien ataca a los judíos ataca a los cristianos y viceversa.
En esta historia de la crisis –ya en su quinto año- el antisemitismo no había entrado en danza: pues bien, ya está aquí. El nazismo alemán y la II Guerra Mundial nos había vacunado contra el antisemitismo pero los efectos de la vacuna están pasando. Los nazis han vuelto y eso no sólo estratégico sino que supone un muy mal presagio. El principio de la diplomacia internacional, coincidente con el Apocalipsis, es que la batalla final siempre girará alrededor de Jerusalén.
Carta abierta de don Gilbert Chesterton a don Alberto Ruiz Gallardón
No es que el ministro de Justicia del Gobierno del Partido Popular pretenda ser una termita, especializada en disolver toda aquella institución partido o gobierno en el que se inserta –y se inserta mucho-: le sale de suyo, es su naturaleza.
La semana política que concluye ha estado marcada en España por la modernidad pepera, en especial por los altos cargos peperos "de alma laica" y, pasando de lo genérico a lo concreto, por la reclamación del homomonio o matrimonio homosexual. Ya saben fue un invento de Zapatero, todo un vanguardista, pero ahora el PP, en su mejor tono de derecha pagana -o sea, de "alma laica", como creo haber dicho antes- quiere hacerlo suyo.
A lo largo de la semana, uno tras otro, todos los progres del PP han ido reclamando el mantenimiento del gaymonio, siguiendo la gran estela de mister Gallardón.
Pero el problema no es el gaymonio sino el cacao mental que anida en las mentes peperas sobre la familia, que es mucho más que la deriva sodomita. Por eso, don Alberto, como líder de las almas laicas, le trascribo una serie de ideas que pueden resultarle de lo más útil. Pero antes una aclaración chestertoniana: "Me han pedido que escriba algo sobre el matrimonio y el pensamiento moderno. Tal vez fuera más apropiado escribir sobre el matrimonio y la ausencia moderna de pensamiento".
Empecemos:
1.El sexo es un instinto que produce una institución. Y si es algo positivo y no negativo, noble y no ruin, creador y no destructor, es porque produce esa institución llamada familia. El sexo es la puerta de esa casa pero la casa es mucho más grande que la puerta.
2.La expresión amor libre es una contradicción en dos palabras porque la naturaleza del amor es atarse a sí mismo y la institución del matrimonio no hace otra cosa que respetar la decisión de dos personas libres. Tomando en serio su palabra.
3.La relación entre esposos, entre padres e hijos, no puede ser disuelta por un mero arrebato sentimental. Una institución no equivale a una emoción.
4.Si los casados pueden divorciarse por incompatibilidad de caracteres no comprendo por qué no se han divorciado todos. Cualquier hombre y cualquier mujer tienen caracteres incompatibles.
5.Quejarme de que sólo puede casarme una vez es como quejarme de que sólo puedo nacer una vez.
6.No puedo admitir una utopía que no permita la libertad que más estimo: la libertad de obligarme.
7.No valdría la pena comprometerse en una apuesta, si no hubiera obligación de respetarla. Los peligros y recompensas de una aventura han de ser reales si queremos que la aventura sea real. Si juro fidelidad ha de caer sobre mí la maldición en caso de infidelidad… o no tiene ningún sentido hacer promesas.
Señor Gallardón: afortunadamente para él, en tiempos de Chesterton la sodomía era lo que siempre ha sido: un mundo antinatural y tenebroso que se consentía con una sonrisa de conmiseración. Elevar la relación anal monflorita a la categoría de matrimonio nos lleva a un mundo oscuro que exige volver a empezar. Más que nada para enterarnos, no ya de lo que es el matrimonio o la familia sino de lo que es el sexo. Porque oiga, introducir el pene en el ano, no puede ser la puerta a un matrimonio o a una familia: es sólo una enorme cochinada enormemente sublimada.
Los seguidores de Baltasar Garzón: donde yo no quiero estar
Al hombre hay que conocerlo en su casa. En la era de Internet, en su blog. Pasen y vean el blog de Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, nada que ver con la amnesia.
Se trata de uno de los puntales del juez Baltasar Garzón, héroe de la progresía hispana. Pues bien, ese es el pensamiento profundo que anida en don Emilio: "¿Puede el presidente del Tribunal Supremo alabar públicamente al Creador? ¿O habría que recusarlo?". Ningún miliciano se hubiera atrevido, en 1931, a formular tamaño interrogante
Esta es la historia de los comecuras españoles, cuya afición principal consiste en quemar iglesias. Leyendo al adalid de la memoria histórica que ha lanzado don Baltasar Garzón, me acuerdo de Chesterton, quien confesaba que cuantos más autores ateos leía mayor peligro corría de caer en la garras de los curas, de tantas estupideces como proferían los librepensadores: "Al leer la última página del ateo Ingersol, cruzó por mi mente una idea terrible: 'Casi me estáis persuadiendo al cristianismo'. Yo estaba desesperado".
A mí me ocurre lo mismo con el señor Silva. Un señor que recusa al presidente del Supremo, Carlos Dívar, por católico y que le condena a las catacumbas por creer en Cristo, me lleva a pensar que la progresía española, esa que tiene a Garzón como líder, representa justo aquello donde yo no quiero estar.
El progre español ya fue definido por Juan Rico y Amat, aquel genio del ingenio español del siglo XIX, no precisamente de derechas, que escribiera el delicioso "Diccionario de los Políticos", que afortunadamente acaba de rescatar el catedrático de Historia, Javier Paredes. Así define el término progresista don Juan Rico, aunque lo hace desde el vocablo 'exaltado', lo que ya proporciona alguna pista: Ojo al dato: el exaltado es el "liberal puro, sin mezcla de moderantismo que nació el año33 (1833) y se bautizó el 40 con el nombre de progresista. Fiel a su nombre, el exaltado siempre practica la política con la imaginación acalorada y el corazón agitado. No se estacione si retrocede en su carrera por nada ni por nadie; su instinto es caminar hacia adelante hasta que se estrella en alguna pared". Sin comentarios.
Pero tampoco hay que extrañarse mucho por lo que está ocurriendo. A fin de cuentas, a Cristo o se le ama o se le odia, nadie queda indiferente. Y el discípulo no puede ser más que el Maestro, ¿verdad?
En cualquier caso, si traducimos a Rico y Amat al nuestra España del siglo XXI, diríamos que tenemos progresistas de centro izquierda –el PSOE- y progresistas de centro-derecha –el PP-. Todos alrededor del pensamiento único centrista que no deja de ser el centro de la nada. Porque los países con fuste son aquellos regidos y habitados por hombres radicales en la virtud, coherentes con sus principios y misericordiosos con sus semejantes. Justo lo que no son los progresistas, ni los de centro-izquierda ni los de centro-derecha.
En cualquier caso, la diferencia entre el PSOE y el PP, entre Zapatero y Rajoy es que el PSOE odia a los católicos mientras el PP los desprecia. El PSOE sólo quiere terminar con la Iglesia, el PP conquistarla. Y no me pregunten con cual me quedo.
En esa tesitura, ¿quién puede extrañarse de que la delegada del Gobierno Rajoy en la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, pida que se borre cualquier alusión el cristianismo –al humanismo cristiano, que siempre me ha parecido un enorme cursilería- de los Estatutos del Partido Popular. Es lo lógico: su antecesora en el cargo disfrutaba animando manifestaciones blasfemas o sacando a los ateos a arrear mamporros a los peregrinos de la JMJ. Dolores Carrión quería golpear y ofender a los cristianos, Cifuentes sólo quiere que desaparezcan del foro público.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com