Repsol y Cepsa creen que el precio del crudo podría subir todavía más a lo largo del año. Occidente no se fía de los productores de petróleo. La vuelta de la energía nuclear, cada vez más cerca

En la mañana del lunes 11 de octubre, el petróleo Brent alcanzó los 50 dólares en el mercado de Londres. Razones puntuales de este nuevo récord son que el Gobierno de Hugo Chávez ha decidido subir los impuestos que pagan las petroleras y que en Nigeria acaban de convocarse cuatro días de huelga en protesta por el aumento de los precios de los carburantes. A ello pueden añadirle la situación cruel e inmisericorde en Oriente Medio y la eterna sangría de Iraq.

Eso es lo que lleva a los Servicios de Estudios de las dos grandes petroleras españolas, Repsol y Cepsa, a asegurar que, en contra de lo que predicen los Presupuestos Generales del Estado para 2005, el barril de petróleo se mantendrá en los actuales, y altísimos precios, y que, incluso, podría subir a lo largo del año.

Hay muchas causas para que el precio del petróleo esté disparado (y entre ellas, habría que incluir la especulación financiera alrededor del crudo, así como los márgenes de petroleras y refineras), pero en ninguna de ellas es la causa fundamental para unos precios tan disparados. En pocas palabras, todas las razones geoestratégicas pesan menos en la baza que el hecho de que las economías de China  e India (entre ambas suman cerca de la tercera parte de la humanidad) estén creciendo a ritmos entre el 7 y el 10% anuales. Dicho de otra forma: la demanda siempre va por delante de la oferta a un ritmo que no se recuerda desde la época de los años 70. Y ojo, porque a los Gobiernos de Pekín y Nueva Delhi les importa muy poco el Protocolo de Kioto. Sus estructuras económicas son pre-Kioto, y por lo tanto no dejan de reclamar petróleo.

En paralelo, nos encontramos con un retorno, cada vez más cierto, de la energía nuclear. Y no hablamos de fusión, dado que este esquema de producción tendrá que esperar aún bastante tiempo. No. Hablamos de la fisión nuclear, aunque con reactores presuntamente más seguros y sólo un poco menos contaminantes.    

Por una parte, George Bush (y Kerry no se opuesto frontalmente al proyecto) tiene previsto aumentar en un 30% la capacidad nuclear norteamericana.

En paralelo, Francia, la gran potencia nuclear europea, ha lanzado su EPR, el nuevo reactor nuclear que pretende implantar en los veinticinco miembros de la Unión Europea. Cuando confluyen los intereses de Washington y París, es difícil evitar que te arrastre la marea. Y todo Occidente está de acuerdo en que no se puede estar dependiendo de la OPEP y del petróleo de Oriente Medio.

Las energías alternativas, como la eólica, la solar o la biomasa, resultan tan ecológicas como caras. Cada vez son más los convencidos de que la alternativa al petróleo es la energía nuclear.

Lo curioso es que la nueva era nuclear eclosiona en un momento en que la tecnología de petróleo está dando pasos de gigante. Un par de detalles: sólo las prospecciones en las arenas asfálticas de Alberta, en Canadá, así como los nuevos yacimientos de petróleo pesado de Venezuela, podrían duplicar las actuales reservas mundiales. No estamos hablando de descubrimientos, sino de nuevas tecnologías que pueden hacer rentables los yacimientos que hasta ahora no lo eran. Por lo tanto, no es una cuestión de que falte petróleo en el mundo. Más bien, si la energía nuclear resucita, es porque Occidente no se fía de los productores de petróleo.