El rostro con el que nos contempló lo decía todo. Arrancó con sollozos como si nunca lo hubiera hecho. Y en ese momento percibimos que la vida que palpitaba en el claustro materno estaba salvada. Al llegar a la sede de Pro Vida dijo: En este lugar hay algo especial. Aquí hay demasiada alegría como para que esto esté relacionado con algo tan malo como es el aborto.
Al hablar del aborto la catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, Natalia López Moratalla, afirmó que: La neuroimagen ha permitido observar cómo con el embarazo el cerebro de la mujer cambia, estructural y funcionalmente, al responder a las consignas básicas que recibe del feto. Se crea en el cerebro materno, de forma totalmente natural, el vínculo de apego, que la inclina a comprender, cuidar y proteger a los hijos.
También Javier López, voluntario de Pro Vida, refiere que: La mujer estaba ya en la puerta cuando llegamos a su altura y empezamos a decirle todo lo que se nos ocurría: Tenemos ayuda gratis, Tú no quieres esto para tu bebé, No es tu última opción, El niño te quiere. Era más los argumentos que nos habían repetido en Expectant Mother Care. Cuando ya estaba a punto de atravesar el umbral de la puerta de entrada de la clínica abortista, se detuvo mirando al suelo, después levantó la vista y nos miró a nosotros. Se puso a llorar. ¡No entres!, le suplicamos, se quedó inmóvil, llorando. Estuvo así casi diez minutos, hasta que vino hacia nosotros. Sus ojos eran un poema, suplicaban ayuda. Ella sabía que en su interior había un niño, pero estaba sola, desesperada y sin dinero. Nos abrazó mientras reía y lloraba al mismo tiempo. Sólo la desesperación le había llevado hasta aquél chiringuito abortista.
El mundo no puede olvidar que el aborto es una lacra social que lleva a un rápido envejecimiento de la población. Por otras parte, las mujeres que abortan, tienen una cierta inclinación al suicidio.
Clemente Ferrer
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