Primero Grecia, luego Irlanda, mas tarde Portugal, con España a la espera; ahora le toca el turno a Italia, luego vendrá Bélgica. En su codicia, los intermediarios financieros no atacan a los países más endeudados -Alemania, Reino Unido o Francia están más endeudados que España, por ejemplo- sino a aquellos cuya economía no crece, que es lo que le ocurre a la española y ahora a la italiana.
Pero le atacan por la única y exclusiva razón de que saben que les puede extorsionar, obligándoles a pagar intereses crecientes porque, antes de caer, vendrá Europa a salvarles.
Pero Europa no aprende. Veamos, la terapia de urgencia contra la especulación financiera consiste en dejar quebrar a los bancos quebrados y, atención, a los países quebrados.
La terapia profunda contra la especulación financiero es atacar al especulador. ¿Y quién es el especulador más dañino? ¿El bróker, la banca? No, pero especulador es el político que no deja de emitir deuda y los bancos centrales que no dejan de emitir dinero.
Si trasladamos estos principios a Europa, está claro que los líderes de la Unión continúan ciegos. No sólo porque pretendan combatir la especulación con más especulación sino porque si un país del euro tiene problemas, lo que hay que transferirle fondos para reactivar su economía, no rescatar su deuda… para que se endeude aún más.
Uno se pregunta cómo es posible que, tras el fracaso del rescate griego, los líderes europeos no se replanteen todo.
A la Europa de la solidaridad creada por Robert Schumann, Alcides de Gasperi y Konrad Adenauer (por pura casualidad todos ellos cristianos coherentes con su fe) ha seguido, desde Maastricht, la Europa de los mercados financieros. Yo a esa UE no me apunto.
Y es que el egoísmo europeo no podía quedar ahí. Por ejemplo, como genialidad para solucionar la crisis, el especulador mayor del reino, afortunadamente saliente, Jean-Claude Trichet, propone un sólo Ministerio de Finanzas paneuropeo y una sola política fiscal. ¿Y por qué no propone una única política de rentas? La entrada del euro ha supuesto para países como el nuestro que se igualen los precios pero no los salarios.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com