La economía española entra en trance y las quiebras se triplicaron en 2008, mientras Moncloa achucha los escándalos en el Partido Popular y acusa a los bancos de todos los males.
El rosario de suspensiones de pagos y quiebras se une a la situación de impagos generalizados para completar un perfecto círculo vicioso. Y lo peor es que al Gobierno no se le ocurre nada y, además, tiene muy escaso margen de maniobra.