Sr. Director:

He aquí algunas cosas que se oyen al salir de misa.

"Hay que unir fuerzas".

Indudablemente quien lo dice, con toda su buena voluntad, está dispuesto a dar su voto al PP.

"Unir fuerzas". ¿Para qué? ¿Para que llegue al poder un partido que ya se ha comprometido a mantener la legalización del aborto y el matrimonio de los homosexuales?

¿Hay alguien que se crea capaz de tocar a rebato entre los católicos, convocándoles a pelear por algo que repugna a la conciencia cristiana más laxa?

¿Qué peligro nos acecha que podamos evitar uniendo fuerzas bajo las liberales banderas del PP?

Si todos lo que vamos a misa los domingos negásemos nuestro voto al partido que hasta ahora nos lo tiene secuestrado, el PP se hundiría. Se hundiría un partido liberal que hasta ahora viene desempañando su papel, dentro del programa destructivo de la Revolución, asentando los disolventes avances del PSOE. ¿Es ello malo? Despertaríamos los católicos y nos daríamos cuenta de la necesidad que "unir fuerzas", nuestras fuerzas, pero bajo la bandera de la ley natural. Tendríamos que pagar por ello el ser desgobernados durante cuatro años más por el PSOE. Nada que no conozcamos, que no hayamos padecido, pues llevamos dieciocho años gobernados por ese partido. Y no debemos olvidar que un triunfo del PP ahora, no nos pone a cubierto de otro triunfo del PSOE dentro de otros cuatro años. Recordemos lo ocurrido en el 2004.

"Hay que votar al PP aunque sea con las narices cerradas". Este otro tópico se oye con más frecuencia. Parece que se ha importado de Italia. Pero da la impresión que es el mismo PP quien se ha encargado de difundirlo. Nos recuerda al refrán"llámame perro pero dame pan". Que se puede traducir en "di que te doy asco pero dame tu voto".

"Si el Señor no construye la casa en vano se esfuerzan los albañiles". Si el PP no cuenta con el Señor, en vano se esfuerza por enderezar España. Votar por el PP no sirve para nada.

También nos cuenta la Escritura que el pueblo de Israel, para librarse de los asirios, buscaba la protección de Egipto. Contra esa decisión protestaban los profetas.

¿Para qué ha escrito lo que está escrito como Palabra de Dios? ¿Para que lo escuchemos en el templo y cuando salimos de él actuemos sin tenerlo en cuenta? ¿Tan profundamente ha penetrado en la conciencia de los católicos el principio ilustrado de que la Fe es para la conciencia individual y que no debe reflejarse en la vida pública?

Votar para el PP es apoyar a quien pretende gobernar haciendo caso omiso de los más graves preceptos divinos. Allá cada uno con su conciencia. Nosotros no estamos por la labor. El voto católico entregado al PP es un voto de miedo. ¿Para qué nos dijo Juan Pablo II en su primera alocución, precisamente, "¡No tengáis miedo!"? Creemos que para algo más que para que nos entusiasmásemos en un principio y llegado un momento como el actual corramos como gallinas a dar nuestro voto al que nos está diciendo: "Todas mis atenciones son para los otros, para vuestros enemigos. No me importa disgustaros a vosotros, porque vuestro voto ya lo tengo seguro".

Si votamos al PP nos comportamos como los esclavos que, teniendo la oportunidad de huir en busca de la libertad, no lo hacían por el temor de perder la comida y la cama del día.

Carlos Ibáñez Quintana

cibanquin@yahoo.com