El anuncio de que la presencia de algún tipo de anomalía en el feto no será motivo suficiente para abortar, ha provocado las críticas de sectores que no están dispuestos a aceptar un bebé con discapacidad.
La intolerancia hacia los bebés, con alguna invalidez, ha ido aumentando. Si se detectan "graves anomalías en el feto", si el feto sufre "una enfermedad grave e incurable", la criatura es asesinada dentro del claustro materno.
De esta forma, el número de abortos ejecutados al amparo del supuesto "riesgo fetal", ha incrementado en las dos últimas décadas. Por ejemplo, alrededor del 85% de los fetos que presentan el síndrome de Down, son eliminados.
Con el objetivo de que no nazcan chiquillos con invalidez genética se está llevando a cabo el empleo del dictamen prenatal que, en caso de ser desfavorable, terminará en un aborto. Una prueba de ello es el testimonio que ha divulgado The Guardian. El periódico anglosajón dio a conocer los resultados de una investigación científica de la Universidad de Cambridge, en la que se examinaron las conductas de cerca de 300 adolescentes con el síndrome de Down, desde su embarazo hasta los 8 años.
Se perciben estos datos como un apoyo a la independencia de la mujer embarazada. Otras personas se preguntan si no estaremos utilizando el dictamen prenatal como parte de una maniobra de aniquilación de los niños con incapacidad mental.
¿Qué valores son los que están en juego en el análisis genético anterior al nacimiento: el respeto a la existencia humana, a los niños disminuidos o el exterminio de seres inocentes e indefensos.
Por hiriente que resulte la pregunta, nos debemos interpelar: ¿nos vemos empujados a un rastreo y aniquilación que busca la extinción de los niños aquejados por el síndrome de Down
Por otra parte, se debe aclarar que nace una criatura, con el síndrome de Down, por cada 800 partos. Lo monstruoso es que ya no nazcan críos con el síndrome de Down, porque son destrozados cuando aún están recluidos en el seno materno.
"Mi madre acudió al médico en su segundo mes de embarazo. El médico decretó la interrupción del embarazo, pero mi madre se negó. Siete meses más tarde nací yo. Hoy, en 1824, en el Kärmerton de Viena, estreno mi novena sinfonía, mi canto personal a la alegría de vivir", afirmó Beethoven.
Por último, Sodenberg, del departamento de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Malmo, de Suecia, publicó en el European Journal of Obstetrics, Gynecology, and Reproductive Biology", que el 60% de las mujeres con un aborto provocado presentaban alteraciones emocionales y que el 30% se consideraban como alteraciones severas, con tendencia al suicidio.
Clemente Ferrer
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