Interesante montaje de Internet (insito, un nuevo género literario) el que me hace llegar un amigo. No me gusta la alusión a los padres porque no me gusta que se anteponga la figura del maestro a las de los padres, ni la de la escuela al hogar ni la del Estado a la familia, pero todo lo demás qué duda cabe que anda cargado de razón.

 

¿Qué esperábamos?

De todas formas no es el problema, no es de sentido común, que también. El problema es el de aquella historia cinematográfica, 15 minutos, la de aquel ruso, asesino psicópata, recién llegado a Estados Unidos: Me encanta este país: nadie tiene culpa de nada.

En efecto, lo que ha muerto no es el sentido común sino el sentido de culpa, de arrepentimiento. Sentido de culpa que lleva siendo combatido por los primeros espadas sociales al grito de yo no me arrepiento de nada. ¿Verdad que lo han oído reiteradamente en entrevistas periodísticas, en películas, novelas y editoriales progresistas? El pueblo hizo suyo ese grito y en concreto en uno más sencillo pero más eficaz: Yo no he sido. Y si no he sido, ¿por qué habría de arrepentirme, por qué voy a cambiar? Y si no cambio, ¿cómo voy a mejorar?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com