FALTAN: 24 días
Desde que matamos a la empresa pública nadie en Occidente sabe cómo puede un Gobierno crear puestos de trabajo.
Por tanto, aún resulta más difícil saber cómo va a crear ZP 1 millón de puestos de trabajo para mujeres, tal y como prometiera ayer en Sevilla. ZP se define como feminista radical, y es un destacado representante del postsocialismo, una mesa con cuatro patas: progresismo, feminismo, ecologismo y pacifismo. Y recuerden: todavía hay algo más tonto que un obrero de derechas: un varón feminista.
No defraudó ZP a la parroquia, a la parroquia feminista, y muy serio, en plena calle, como Pablo Iglesias aupado sobre un tonel en una perdida población rural, ZP habló de igualdad: en el trabajo, en los salarios, en los derechos... no habló de igualdad en las deberes, porque los términos ‘igualdad' y ‘responsabilidad' por una lamentable broma del destino, tienden a enfrentarse.
Y una vez más, el personaje ZP salió a escena. El problema de ZP no son sus conclusiones, sino las premisas de las que parte. Parte del feminismo de la igualdad, cuando lo cierto es que nada más diferente ni antitético a un varón que una mujer. No se parecen en nada, ni fisiológica -afortunadamente- ni psicológicamente -igualmente afortunado-. Son tan contrarios como complementarios: ¡Una gozada! Desgraciadamente, el feminismo de la diferencia se ha quedado en minoría, y el estúpido feminismo de la igualdad, practicado por nuestras estúpidas feministas, no ha hecho más que daño a la sociedad y, en concreto, a la mujer. Hoy, lo digo con muchísima pena, el feminismo de la igualdad, el de ZP, ha creado mujeres desamoradas, por desamoradas, degeneradas; por degeneradas, desquiciadas. Y esa degeneración femenina constituye uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad. Lógico: si la mujer no funciona, la sociedad no puede funcionar.
Pero me quedo con el millón de puestos de trabajo prometido por ZP para las mujeres. Eso es muy bueno. Se le olvidó decir cómo va a crearlos. Un día antes, en Toledo, ZP había prometido que un millón de familias se beneficiarían de las ayudas por hijo. Se le olvidó decir que dichas ayudas consisten en 25 euros al mes. ZP es ignorante y rencoroso, pero listo, en su acepción de demagogo. Por eso, creo que ZP va a ganar las elecciones.
La verdad: no me conviene nada decir todo esto porque con ello pongo mi granito de arena en favor del triunfo del PP, cuando a mí me ocurre lo mismo que al documento de la Conferencia Episcopal: como católico, no puedo votar ni al PSOE ni al PP sin incurrir en incoherencia dolosa. Es más, siempre he defendido que la deseable regeneración política de esta España perdularia sólo será posible, no si el PP pierde las elecciones, sino si el PP se estrella el 9 de marzo como la UCD se estrelló en 1982, cuando pasó de mayoría en la Cámara a 9 diputados mal contados.
Por decirlo de otro modo: aunque ellos no lo saben, coincido, por extrañas vías, con los asesores de Zapatero: mi mayor anhelo para el 9-M es una derrota definitiva del centro-reformismo, que arroje a la jubilación a todos los políticos tibios criados a la vera de José María Aznar. Y así, también me veo obligado a coincidir -mis amigos no me lo van a perdonar- con esos asesores del PSOE cuya principal baza electoral es el rostro, el personaje y la popularidad de hombre de la "Z". Lo que más preocupa a los susodichos es que el electorado, incluso los más fieles al PSOE, caigan en la cuenta de que, por decirlo con palabras piadosas, Zapatero no es el presidente más inteligente con el que haya contado España. Le encanta, como diría Felipe González, solemnizar lo obvio y sus meteduras de pata no le eximen de un defecto que le envenena el alma: es rencoroso, de lo que ni perdona ni olvida pero, eso sí, le encanta roerse el hígado contra el enemigo.
Son pocos los que creen que, durante la entrevista en Cuatro con el padre Gabilondo, fuera un oyente quien hiciera esa pregunta de enciclopedia (la fecha de las revoluciones norteamericanas -más bien independencia que revolución-, francesa y rusa), y algunos reaccionarios pensamos algo peor: sospechamos que ZP no se las sabía. Ahora, tras descubrirse que el propio presidente pedía al padre Gabilondo que hubiera "un poco de tensión", para que el combate electoral no pareciera amañado, se entiende la enorme preocupación de Pepiño Blanco, consciente de que -¡Qué diablos!- el coeficiente intelectual no es el elemento imprescindible para triunfar en política... siempre que el ciudadano no se percate de ello.
Curiosamente, en España nos van los políticos "blanditos", algo que el electorado norteamericano, por ejemplo, vomitaría de su boca antes de las primarias. El soberbio y antipático Aznar -muy divertido en la intimidad, que diría su señora- nunca consiguió ser popular: era el premio limón de la fiesta. Por contra, "el blandito" Zapatero, todo un resentido capaz de cualquier cosa -de cualquiera, insisto-, con tal de permanecer en Moncloa, es y seguirá siendo popular.... siempre que su blandenguería no se entienda como incapacidad manifiesta para ejercer el cargo.
Eulogio López
Candidato al Congreso por Familia y Vida