Hasta los diarios se canibalizan a sí mismos en Internet. Es lógico, la información fluye demasiado rápido y envejece demasiado pronto, incluso antes de ser comprendida por el destinatario y hasta por el periodista. Así, la edición digital del diario La Razón se adelantó -12 horas del viernes 8- a todos los demás y a su misma edición impresa: El Consejo de Ministros ha unificado la Guardia Civil y la Policía Nacional en un sólo cuerpo, bajo el mando de Joan Mesquida, actual director general de los picos, y que se ha caracterizado por sus declaraciones, digamos arriesgadas.
Ojo, la unificación significa que el Instituto armado deja de serlo y que se impone en la resultante el espíritu de la Policía Nacional. Ese anfibio de policía y milicia creada por el Duque de Ahumada, desaparece.
Los guardias civiles estarán contentos, dado que cobran menos y trabajan más y peor buena parte de la plantilla está de baja por depresión- y el votante progre también, porque el progresismo siempre ha considerado que la Guardia Civil era de derechas.
De cualquier forma, estamos ante el inicio de un proceso, que como toda fusión ha empezado con la unificación de la dirección. A partir de ahí el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aprovechará para desvirtuar la personalidad de la Guardia Civil, un órgano cuya historia está marcada por su doble dependencia de los ministerios de Interior y de Defensa, así como por su presencia territorial a través de las famosas casas cuartel de la Guardia Civil. Como los socialistas suelen recordar en privado, durante la Guerra Civil (1936-39), la Guardia Civil apoyó a Franco, mientras la entonces llamada Guardia de Asalto -la actual policía- fue fiel al Gobierno republicano.
Lo que sí estaba claro es que ambos cuerpos necesitan unificarse ante la descoordinación total que se produce en muchas investigaciones, incluida la lucha anti-terrorista. Eso estaba claro y también figuraba en el programa electoral con el que el PSOE ganó en 2004. Ahora bien, la fusión puede hacerse primando la personalidad de la Guardia Civil o la de la Policía. Y se ha dado mayor importancia a esta última. No obstante, Rubalcaba insiste en que de esta manera se pone fin al proceso de reestructuración iniciado por Alonso. Es decir, no habrá más reformas estructurales y la Guardia civil seguirá manteniendo su espíritu militar. Al menos eso es lo que dice Rubalcaba a pregunta directa de los periodistas. ¿Y la sindicación?, preguntamos. Eso ya no. La Guardia Civil avanza hacia el camino de sus derechos. Pero esa fue una reforma previa a la reunificación de los mandos. Ambas han sido impulsadas por la Asociación unificada de Guardias Civiles, una especie de submarino de la UGT en pleno tricornio. Más coordinación, más eficacia, insiste Rubalcaba como pidiendo perdón. Como para temerse lo peor.
Por otra parte, también se ha presentado un proyecto de ley para la creación de una base de datos de ADN en un solo fichero. Antes no sólo había cuatro, sino que los responsables de los cuerpos eran tan celososo de lo suyo que obligaban a los informáticos proveedores a establecer firewalls con los otros cuerpos by fuerzas de seguridad del Estado. Incluso, apunta Rubalcaba, se tratará de incluir en este fichero único, los ficheros de las policías autonómicas. ¿A qué no? Va a ser que no. En todo caso, para que todos se queden tranquilos, no se incluirá en estos ficheros información sobre el perfil genético, salvaguardando el derecho a la intimidad.
Por cierto, el anterior ministro de Defensa, José Bono, siempre se negó a unificar ambos cuerpos, e incluso a unificar la cúpula jerárquica, pues era más adicto a la Guardia Civil que Zapatero. he descubierto a la Guardia Civil, un cuerpo que da seguridad al 80% del territorio, solía decir.