El concejal socialista del Ayuntamiento de Madrid era un activo heterosexual. Le daba igual que fueran guapas o feas, señala quien le conoció bien en su etapa universitaria. Lo que le pasa a Pedro es que necesita ser alguien, ser famoso, hacer algo importante; y la causa homosexual le ha venido muy bien, pero si fuera hispanoamericano habría sido un líder indigenista, apunta nuestra fuente. Esto explica bien la ausencia de prisas de Zerolo.
Además, la presidenta de la Federación de Gays y Lesbianas de España, Beatriz Gimeno, ya señaló en un seminario organizado por la Universidad Carlos III que el colectivo homosexual no tenía ninguna intención de casarse. Al fin y al cabo, el matrimonio es esa institución caduca, arcaica y opresora que conviene combatir, ya saben. No queremos el matrimonio, sino la posibilidad de contraerlo en las mismas condiciones que los heterosexuales, señalaba Gimeno. O sea, que se trataba de la conquista de un derecho para no ejercerlo. Con razón la ausencia de prisas.
Por cierto, resulta también llamativa la ausencia de Zapatero en la marcha del Orgullo Gay. Porque si su presencia en tal marcha resultara rentable electoralmente, no hay duda de que ZP habría estado haciéndose la oportuna fotografía. Pero no fue así. O sea, que no era tan rentable. Pero ZP se ha visto presa de sus sonrisas, de sus promesas y de su espíritu progre, aunque afirme en privado que le trae sin cuidado la causa homosexual. Sorpresas te da la vida.