La Fiesta Nacional de 2010 coincide con el pozo más profundo del PSOE en intención de voto
Sin embargo, ZP no sólo no cambia de cargo o de legislatura: tampoco de política. A sus críticos, externos o internos, les lanza este mensaje: perded toda esperanza. Y Mariano Rajoy sigue sin plantear su alternativa.
Hay políticos que, como los vitorinos, se crecen ante el castigo. Rodríguez Zapatero, sin embargo, se crece ante el ridículo. Se burlan de él dentro y fuera de España, no le soportan ni los propios ni los ajenos, y cuanto más sonrojo provoca más soberbio se vuelve.
Con dos encuestas que otorgan 14 puntos de ventaja al Partido Popular (a pesar de la sosería y la frivolidad de Mariano Rajoy), ZP se fue a León y aseguró que la economía española, gracias a sus reformas, naturalmente, va a experimentar una espléndida mejoría en cuanto superemos este bache. No es que nadie se lo crea, pero a él no le importa: lo hice meneando sus pulgares de arriba hacia abajo, con rotundidad en el tono, impasible el ademán. A estas alturas, apenas sabemos de qué está hablando realmente, pero a él no le importa. Su mensaje a los críticos internos y externos, es el mismo: perded toda esperanza. Ni me voy, ni convoco elecciones, ni cambio de política. Zapatero es un caso único de cazurrismo en la historia de la democracia española.
Y ojo, sabe que tiene enfrente a un político tan superficial como Mariano Rajoy, de peligrosa querencia a la frivolidad, que, a estas alturas de la política, resulta tremendamente cansino. Con la que está cayendo y aún no conocemos la alternativa del Partido Popular, O sea, lo que se dice preocupación por el bien común.
Los historiadores de pasado mañana afrontarán un reto sin precedentes a la hora de explicar la era zapateril: rebasa todos los patrones, supera todas las previsiones, su único objetivo es permanecer en Moncloa, para ello, cuenta con una sola ventaja sobre todos sus predecesores: no sabe hacer otra cosa.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com