Todos estamos muy contentos con la liberación de los pescadores vascos y gallegos de los piratas somalíes que les han tenido secuestrados durante una semana.

Nos alegramos muy sinceramente por sus familiares, que con sonrisa amplia y sincera expresan su gratitud hacia las autoridades. La sonrisa de las tres ministras encargadas de dar la noticia y absorber todos los objetivos de las cámaras (De la Vega, Espinosa y Chacón) suena a sonrisa eléctrica, a aprovechamiento electoral -muy feminista- el gran logro: haber conseguido que los piratas no asesinaran a nuestros compatriotas a cambio de una cantidad de dinero aún sin determinar.

Días atrás, los franceses actuaban de otro modo: pagaban el rescate, conseguían la liberación y acto seguido lanzaban a un grupo policial de elite detenían a los piratas -o al menos a una parte- y se los llevaban a Francia para ser juzgados. Por cierto, si hemos de hacer caso a las crónicas, digamos de consenso, el Elíseo planteó una alternativa muy clara al atribulado Gobierno de Somalia: o intervenían o le intervenían. A los franceses, que permitieron el santuario de ETA en Francia, no les gusta nada que les hagan santuarios de Piratas en el Índico.

En resumen, una de dos: o se ataca a los piratas en aguas internacionales o se pide permiso para atacarle en tierra (donde estuvo anclado el Playa de Bakio) sea exigiendo a los somalíes que los liberen o enviando un comando propio a hacerlo.

Porque lo que ha hecho el Gobierno Zapatero es enviar a los piratas el siguiente mensaje: conviene secuestrar a pesqueros españoles, no franceses, porque París sí protege a sus ciudadanos, mientras que Madrid paga. Y el colofón: éste no es mal negocio.

La doctrina de que ante todo las vidas humanas son merecedoras de aplausos, pero debe cruzarse con la teoría transversal que dice: salvo que eso ponga en peligro nuevas vidas humanas en un futuro. Recordemos que la ola de secuestros de aviones de los años 70 y 80 del pasado siglo sólo cesó cuando los terroristas aéreos recibieron el siguiente mensaje: podrán ustedes matar a los rehenes, pero no nos extorsionarán más.

La sonrisa eléctrica de las tres mandarinas y los parabienes del mandarín mayor sobraban: no era más que el disfraz de un fracaso sonoro y peligroso.

Por cierto, no es ajeno a la piratería en el océano Índico -no lo olvidemos-, a la tradición musulmana en el Mediterráneo e incluso en el Pacífico. Somalia es hoy un país marcado por el fallido pero necesario desembarco norteamericano en el Cuerno de África, pero vive pendiente de una miserable milicia islámica que se aprovecha -también esto es verdad- de la miseria en la que malvive la población.

En cualquier caso, la gestión que ha realizado el Gobierno español ha sido la propia de ZP: diplomacia cobarde y venta mediática -eso se le da muy bien, tiene a casi todos los grandes medios en un puño- como un triunfo de la paz lo que no es más que una rendición pusilánime que ha puesto en peligro a toda nuestra flota pesquera, nuestros turistas y, en suma, a todos los españoles. Por lo demás, enhorabuena a los liberados.

Pta: Estaré presto a rectificar si ZP imita a Sarkozy en fechas próximas. Y rectificaré con muchísimo gusto. Pero lo dudo. Por ahora, mantendré que la diplomacia de Zapatero no es más que cobardía aunque se disfrace de pacifismo y Alianza de Civilizaciones. Y a los cobardes nadie les respeta.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com