En septiembre, los servicios de propaganda de Moncloa tienen prevista una nueva campaña de presión a los grandes anunciantes para que abandonen los confidenciales
Esta vez no habrá reuniones múltiples como las de Miguel Barroso en 2005, sino contactos "vis a vis". Se trata de reducir la influencia del periodismo electrónico, mayoritariamente antigubernamental, ahora que el Gobierno muestra su impotencia ante la crisis. En su día ya lo intentó el entonces secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, esposo de la ministra de Defensa, Carme Chacón. Convocaba en Moncloa, en discretos grupos de a cinco, a los mayores anunciantes españoles para pedirles que retiraran su publicidad de los confidenciales, como despectivamente se refería a la prensa independiente de Internet.Naturalmente, el principal asesor de imagen de ZP, muñidor de los privilegios de La Sexta, solicitado por su amigo y ex socio Miguel Contreras, dejaba claro cuál era la prensa digital digna y cuál no. Desde luego, buenos y rigurosos eran los ".es", o divisiones digitales del oligopolio de los grandes multimedias, pero todos ellos, con más o menos entradas, no han logrado ser en la red poco más que una agencia. Todo el éxito que se quiera en cuanto a accesos se refiere, pero sin influencia alguna, entre otras cosas porque no pueden canibalizarse sus ediciones en formato papel, que son las que cubren unos gastos siempre crecientes.
Aún más, Barroso llegó a aclarar a las grandes empresas anunciantes que diarios como Libertad Digital no pertenecían al grupo de insurrectos que preocupaban "al presidente". El digital de Federico Jiménez era la coartada que necesitaba el Gobierno para dotar al periodismo electrónico "aceptable por el poder" del mismo espejismo de pluralismo que se ha conseguido con el oligopolio de cuatro grandes multimedia: Prisa, Planeta, Vocento y Unedisa. Y Barroso, siempre eficaz aclaraba quiénes debían ser laminados. El decano, Hispanidad, desde luego que sí.
Ojo, Barroso no sólo pretendía que se les asfixiara económicamente sino informativamente, que es mucho más importante: un confidencial sin exclusivas muere más deprisa, y de forma más innoble, que asfixiado por la falta de ingresos, porque el anunciante siempre exige algo a cambio, cuando menos inmunidad.
La campaña se completó con otras iniciativas: destacados periodistas del oligopolio -en especial el presunto izquierdista Juan Luis Cebrián y el presunto derechista Pedro J. Ramírez- comenzaron a lanzar diatribas contra los confidenciales a los que acusaban -precisamente ellos- de "chantajistas". Se trataba de reducir su prestigio, al tiempo que las instituciones públicas controladas por el Gobierno reducían a cero su flujo informativo y sus convocatorias a los confidenciales.
La campaña de Barroso, hoy al frente de la Casa de América pero tan cercano a ZP como antes, coincidió con el referéndum europeo del invierno de 2005, pues al tiempo que se les pedía a los anunciantes que retiraran sus 'spots' se solicitaba dinero para propaganda pro-gubernamental disfrazada de propaganda pro-europeísta.
Su suprimieron las escasas reproducciones de los confidenciales, cada vez más influyentes y cada vez más insultados. ZP también aportó su granito de arena cuando aseguró que él no leía confidenciales. Como le contestó uno de ellos: no sólo es mentira sino que, si fuera verdad, él se lo perdería.
Ahora bien, la campaña que preparan en Moncloa para este otoño no se volverán a cometer los errores del pasado. Ahora las charlas serán estrictamente personales, no en grupos de a cuatro o de a cinco. Además, es mejor época por la búsqueda caída de la publicidad debido a la crisis. Y resulta más sugerente para el Ejecutivo, pues los asesores más inteligentes de ZP son consciente de que el presidente y su Gobierno están presentado una imagen de lamentable impotencia y falta de ideas ante la crisis económica. Mientras la cosa fue de "derechos" o "avances" sociales, como el gaymonio o el divorcio express, todo marchó bien, pero ahora el asunto es más complejo. Ahora hablamos de euros, y el Ejecutivo está atado por su falta de ideas y por su ideologización en grado sumo.
Al parecer, la influencia de los confidenciales preocupa en Moncloa. Tanto que, tras el fracaso de la operación Barroso presentan ahora otra. Por cierto, cuando la conclusión de la campaña de 2005 consistió en lanzar confidenciales propios, sobre todo el capitaneado pro el periodista socialista Enric Sopena: El Plural. Con él se dio orden a RTVE de que apoyara su lanzamiento, a costa de colocar a Sopena en todas las tertulias televisivas posibles, programa estrella 59 segundos incluido.
A lo mejor vemos surgir más prensa independiente profundamente dependiente del Ejecutivo y anti-pepera, pero, por el momento, la mayoría del periodismo independiente de Internet es muy antigubernamental, y no necesariamente del PP. Y lo peor: muy influyente entre la juventud. Lo dicho: hay que domesticar a los confidenciales. Resultado: una vez más, fracasarán a la WWW no hay quien la domestique.