El pasado viernes, en la rueda de prensa posterior a la sesión del consejo de ministros, la vicepresidente primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, volvió a retar a Zapatero. Como se sabe, el ex vicepresidente Alfonso Guerra, hombre cuya influencia electoral ZP no quiere perder bajo ningún concepto, atajó a la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, cuyas majaderías feministas empiezan a preocupar a muchos altos cargos socialistas. Guerra ponía el dedo en la llaga al advertir que "una mujer que es maltratada por el marido es un drama terrible y al marido hay que condenarlo con todas las de la ley, pero pasar de ahí a que una mujer que diga 'yo soy maltratada', ya todo (se ponga) el mundo de rodillas, oiga pues no". Es decir, Guerra dijo lo que piensa todo el mundo en España, y aludía a la cascada de denuncias falsas de malos tratos, que ha generado una situación insostenible en el país: casi todas las mujeres que desean divorciarse alegan malos tratos de su esposo, con lo que consiguen todos los parabienes policiales y judiciales y, con un poco de suerte, ver a su odiado ‘ex' entre rejas.
Además, la Ley contra la Violencia de Género, la obra cumbre del lobby feminista del PSOE, dirigido por Fernández de la Vega, ha generado un tufillo prevaricador en los juzgados especializados, que trabajan en contacto directo en contacto con las asociaciones de mujeres "progresistas", todas ellas paralelas al PSOE, como quedó bien claro en la famosa conversación grabada a la presidenta el Tribunal Constitucional, Maria Emilia Casas, quien remitía a su interlocutora hacia estas asociaciones, por ser "muy eficaces". En verdad que lo son, pero no para la justicia, sino para la venganza institucionalizada.
En definitiva, el lobby feminista pretende la liberalización total del aborto -saben que en España, paraíso del aborto europeo, ya existe aborto libre de hecho, pero quieren que también lo haya de derecho-, eutanasia, con la figura del ‘Doctor Muerte' de Leganés como icono electoral, legalización de los privilegios para la mujer en todos los ámbitos –no les basta con la Ley de Igualdad que imponer la paridad en los consejos, sino en todos los cargos directivos institucionales y empresariales- y, en resumen, la criminalización del varón por el hecho de serlo y la purga y ensañamiento con los jueces "machistas" que se resisten al retorcimiento de la administración de justicia en favor de las mujeres. El caso de Francisco Ferrín es arquetípico de la labor del lobby feminista del PSOE, tan agresivo como el lobby rosa, el homosexual, que lidera Pedro Zerolo, pero con una diferencia: los miembros del lobby feminista están en el Gobierno; los homosexuales, por ahora, sólo en el partido y en ayuntamientos y comunidades autónomas. Dicho de otra forma: el lobby feminista es más poderoso, y ahora chantajea abiertamente a ZP, que, por muy feminista que se diga, sigue siendo un varón, por tanto, un enemigo. El ‘mito de las amazonas' se ha incardinado en el Gobierno español.
Pues bien, De la Vega ha vuelto a retar a Zapatero al lanzarse a la yugular de Alfonso Guerra, al igual que han hecho todas las feministas –conocidas ya, incluso por algunos miembros del propio PSOE, como ‘feminazis' o ‘femilocas'-: los privilegios feminisas no los discute nadie.
De la Vega no se olvida de recordarle a su jefe de filas –a pesar de la imagen externa, ambos nunca se han entendido- que es el voto femenino –que ella confunde interesadamente con el feminista-, quien le mantiene en el poder. La encuesta de El Mundo, publicada el domingo, donde, a pesar de la crisis interna del PP, Rajoy recupera terreno, preocupa en Moncloa, quien, encima, no sabe como atajar la crisis económica. ZP ha obligado a Solbes a conceder todas las entrevistas solicitadas y nunca concedidas por el vicepresidente y a insistir en el "sostenella y enmendalla" de los estrategas del partido: no hay crisis económica, porque el PIB sigue creciendo, al tiempo que se devanan la sesera a la búsqueda de nuevas medidas para atajar la crisis.
Por cierto, que estas medidas no son eficaces porque el PSOE no quiere romper con el dogma solbiano del superávit público, y sólo parece haber dos formas de afrontar la crisis: o reduciendo impuestos o incrementando los gastos en vivienda subvencionada e infraestructuras... de forma clara y contundente.
Preocupación en Moncloa... aunque no mucha, dado que Rajoy se ha echado definitivamente en manos del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el hombre más aborrecido en el aparato del PP, que hoy ha vuelto a emplear un lenguaje irritante para muchos militantes, cómo no, en el diario El País, el más duro con su partido aunque, eso sí, espléndido con su persona.
La gran beneficiaria del gallardonismo reinante en el PP es Rosa Díez, que en las materias propias de los conservadores –por ejemplo, en la oposición a los nacionalismos- deja al PP a su izquierda, al tiempo que exhibe un laicismo y un feminismo ultras, propios del PSOE.